En estos momentos, el mundo entero lo tiene meridianamente claro. Libertad es igual a vacunas, vacunas y vacunas, salvo para la candidata Ayuso, que acostumbra a ir contracorriente y para quien libertad es sinónimo de bares, discotecas, borracheras y fiesta. Un concepto de Libertad que trae hospitalizaciones, UCI y muertes. Madrid triplica al resto de España en contagios y malos datos pandémicos y se ha convertido en un insulto para el resto de las Autonomías españolas y también para las capitales europeas, que no entienden esta política errática y disparatada que para muchos roza lo ilegal. Algún día la historia pedirá cuentas a la presidenta madrileña en funciones, pero mientras tanto, la libertad este 4-M equivale a votar por un Gobierno Serio, Responsable, Solidario, Limpio, Ecológico y que apueste por la salud y la vida como derechos fundamentales.
Suena duro, pero no por ello menos real. Sonaba duro cuando Trump sacaba pecho de macho alfa y alardeaba de que ponerse la mascarilla era propio de mariquitas, convirtiendo los EEUU en un inmenso cementerio con casi 600.000 fallecidos y 31 millones de contagiados que saturaron los hospitales durante la primera ola que gracias a una vacunación masiva, promovida por Biden, EEUU ha conseguido frenar, con veinte millones de norteamericanos que ha recibido las dos dosis y casi cincuenta millones una de ellas. Es el mismo esquema de Bolsonaro, en cuyo país cada día mueren 4.000 personas por la pandemia del Covid, (350.000 muertos y 13 millones de contagiados) sin que el líder de Brasil muestre el más mínimo remordimiento. Aquí, en Madrid, tenemos otra “ocurrente presidenta” que anima a llenar bares y discotecas, y a consumir cañas y cubatas, mientras triplica los contagios, las hospitalizaciones, y la ocupación de las UCI, casi 40% frente al 14% de la media española. Los fallecidos en Madrid suponen más del 20% del total de fallecidos y la incidencia acumulada es tres veces mayor que en el resto de España. A esto, la gallarda presidenta madrileña en funciones lo llama libertad.
La comunidad internacional científica y política coincide en que para hacer frente a esta tremenda calamidad sanitaria que asuela al mundo sólo caben tres herramientas: vacuna, vacuna y vacuna. Y mientras ésta llega para todos, otras tres que sirven de protección: distancia social, mascarilla y aislamiento. Y no hay más discusión. Por eso, las estupideces de una tal Ayuso, presumiendo de tener a los bares, restaurantes y lugares de ocio masivo abiertos “para que la gente no se lleve al virus a sus casas”, ya no resisten más análisis de ningún tipo. Ahora, la última “genialidad” de su jefe M. Ángel Rodríguez, consiste en hacer girar su campaña a la reelección sobre el lema: Libertad. Una descarada forma de ensuciar un concepto amasado por el pueblo y los movimientos obreros para salir de las opresiones fascistas y de los abusos y explotaciones tanto laborales como sociales.
Ayuso pide Libertad para que los fondos buitres arrebaten la vivienda a las clases más desfavorecidas.
- Libertad para quitar las placas de las calles con los nombres de quienes lucharon por la libertad contra el fascismo.
- Libertad para no cumplir la normas aprobadas en toda Europa y en las Comunidades Autónomas llenando los Hospitales y las UCI de enfermos y muertos.
- Libertad para elegir enfermedad y muerte en lugar de proteger la vida de los mayores y Libertad para que las residencias fueran gestionadas por una serie de fondos financieros que dejaron que la Covid-19 se llevara por delante la vida de 20.000 de nuestros abuelos, en completo abandono y soledad.
- Libertad para sembrar el caos sobre las vacunas y obligar a miles de mayores a hacer cien kilómetros y esperar colas en pie, porque han cerrado los Centros de Salud.
- Libertad para encubrir los casos de corrupción de la Gürtel, Lezo, Fudescam…o de espiar con la operación Kitchen.
- Libertad para despedir a sanitarios y obligar a los que quedan a hacer tres turnos sin descanso, mientras alientan las caceroladas y a los negacionistas, que propagan los contagios.
- Libertad para ocultar y obviar la sentencia del TSJM que señala que el Gobierno de Ayuso dejó sin protección y vulneró los derechos de los médicos de Atención Primaria y pediatras de la Comunidad madrileña.
- Libertad para hacer que Madrid sea la capital europea donde el riesgo de morir por Covid19 sea un 54% más alto que en el resto de las capitales.
- Libertad para ir a Europa a boicotear los 140.000 millones de euros que el Gobierno socialista de Sánchez consiguió traer para España, para reanudar la recuperación sin dejar a nadie atrás.
- Libertad para oponerse a que hubiera un Estado de Alarma que salvó en un primer momento cientos de miles de vidas, al igual que en el resto de Europa.
- Libertad para negar la propuesta de Gabilondo que hace meses pidió la concesión de 80 millones de euros, ya, este año pasado, a los comercios y hostelería.
- Libertad para mantener a Madrid como la ciudad más contaminada de Europa, donde el riesgo de fallecer dobla al resto de capitales europeas.
- Libertad para negar el Salario Mínimo Interprofesional que da dignidad de vida a los más desfavorecidos.
- Libertad para negar la violencia contra las mujeres, la brecha salarial, y seguir manteniendo la desigualdad entre hombres y mujeres.
- Libertad para esquilmar el sistema de Salud Pública y despedir a más de tres mil sanitarios que hubieran sido imprescindibles para combatir esta pandemia.
Gabilondo, el candidato socialista a suplir en la Comunidad de Madrid a Ayuso, señalaba estos días que los madrileños merecen un “Gobierno en Serio”, “que gobierne de otra manera”, que la gente “merece un Madrid más limpio”, de contaminación y de corrupción. Hay que llenar las urnas de ideas y retirar las papeletas del odio, como decía mi compañero Ignacio Ruiz en su espléndida columna. Contra el odio y la involución, “nuestros sueños no caben en vuestras urnas”. Algo así le podríamos decir al llamado Gobierno de Colón -la derecha y la ultraderecha. Madrid no se merece ser la primera capital de la UE donde haya un gobierno pseudofascista. Madrid, los madrileños que vivimos en esta capital, no merecemos un retroceso de varias décadas.
No solo ha rechado la presidenta en funciones, los 80 millones que proponía el socialista Gabilondo. Tampoco se les ha explicado a comerciantes, hosteleros y Pymes dónde han ido a parar las ayudas que el Gobierno central ha derivado a Madrid. Durante el último año, la región ha recibido en avales del ICO más de 24.000 millones de euros canalizados a través de las más de 132.000 operaciones que han firmado las empresas españolas. Además, Madrid recibió alrededor de 3.000 millones de euros en ayudas directas proveniente del paquete de 16.000 millones que el Gobierno de España destinó durante 2020 a paliar los efectos de la Covid-19. Se trataba de un plan de inversión que quedó dividido en cuatro grandes plazos. El primero se materializó en el verano de 2020 y supuso para Madrid la inyección de más de 1.200 millones de euros para que el ejecutivo madrileño lo gastará exclusivamente en reforzar la Sanidad. Pero Díaz Ayuso solo destino la mitad del dinero a Sanidad y el resto lo dedicó a “tapar agujeros” e incluso a financiar proyectos taurinos y religiosos.
Lamentablemente, a veces nuestro sistema permite que el honor de presidir un Gobierno nacional, o regional, recaiga en manos de alguien que “pasaba por ahí” y por un guiño del destino, que diría aquel, acaban con la vara de mando del país (Bolsonaro o Trump) o de una comunidad (Ayuso, Puigdemont o Torra). No les conocemos un sólo mérito de gestión en su vida pública, si es que han tenido vida pública. Ayuso en concreto era la community manager del perrito de Esperanza Aguirre; Puigdemont era un oscuro periodista de un diario pequeño de Girona, y Torra, un mediocre vendedor de seguros durante veinte años.
El peligro más inminente de estos “personajillos” a los que una amalgama de intereses partidistas proponen como cabeza de lista para sentarse en el trono del poder, es que al no tener conciencia social no suelen tener vergüenza social, ni siquiera ajena, o el más mínimo atisbo de sentido del ridículo, por lo que cualquier ocurrencia que pasa por sus mentes, la ejecutan sin ningún pudor. Casi todos ello, al menos aquí en España, suelen ser marionetas en manos de los auténticos instigadores políticos -que representan lobbys de poder- de largo recorrido que saben bien lo que quieren: desestabilizar y volver a conseguir el poder usando el método de la crispación. En el caso de Ayuso, le susurran al oído Aznar y M.Angel Rodríguez; a Puigdemont, Artur Mas, y lo que queda de los “convergentes” corruptos de los Pujol, o Quim Torra, Oriol Junqueras y el independentismo republicano. Todos ellos marionetas cuyo común denominador es la falta de sentido del ridículo, lo que puede llevar a sus países hacia una senda del desastre sin que registren ni un atisbo del culpa. Desconocen la diferencia entre “servir y servirse”; “construir y no destruir”; “obedecer al pueblo y no engañar al pueblo”; “proponer y no imponer”; “convencer y no vencer”; “subir y no bajar”; “representar y no suplantar”.