El adelanto electoral supuso un revés para los planes del Mañueco, que tenía la certeza de conseguir un resultado que le permitieran gobernar en solitario. Ahora el escenario es más hostil, deberá depender del apoyo del partido de ultraderecha Vox, o de la abstención del Partido Socialista, con las condiciones que soliciten.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez ya tendió la mano al Partido Popular a condición de que rompiera las relaciones con Vox en aquellas regiones donde están todavía aliados, como es el caso de la Región de Murcia. El próximo miércoles Mañueco se reunirá con el líder del PSOE en la región, Luis Tudanca, que en los últimos comicios se hizo con 28 escaños.
A este complejo escenario, se une además, el cisma que se está viviendo en el seno del Partido Popular entre Isabel Díaz Ayuso y Pablo Casado. Sobre la guerra del partido el presidente regional no se ha querido pronunciar, de hecho, cuando el pasado jueves fue preguntado por el tema, Mañueco zanjó el asunto con un contundente “bastante tengo con lo mío”.
Vox exige entrar en el Gobierno regional con la misma presencia que Ciudadanos, que con 12 diputados en las elecciones de 2019, ostentaba la vicepresidencia, cuatro de diez consejerías y presidiendo las cortes.
Precisamente en su decisión va intrínseca un posicionamiento dentro de esta batalla del PP. Pactando con Vox, el líder ‘popular’ se alinearía con Ayuso, que durante la semana pasada alentaba a Tudanca a dar el paso, sin que le importase la “opinión de la izquierda”. Sin embargo, si opta por sacar a los de Abascal de la ecuación se alinearía con posturas más moderadas, es decir, más afines a Génova.
Por su parte, Vox, con trece representantes en la Junta de Castilla y León, considera un “derecho y un deber” entrar en la Ejecutiva regional. Exigen, de entrada, la derogación de las leyes de Memoria Histórica y la de Igualdad, tensando más, si cabe, los márgenes de movimiento del presidente en funciones.