Estos días vemos desfilar en sede judicial, una vez más, a los no tan antiguos dirigentes del Partido Popular, Javier Arenas, Dolores de Cospedal, Álvarez-Cascos, Federico Trillo, Rodrigo Rato y los ex presidentes del Gobierno español José María Aznar y Mariano Rajoy, entre otros, que declaran en la Audiencia Nacional. Uno tras otro, la cúpula del PP, se presenta como testigos en el juicio por el pago de la reforma de la sede de Génova del PP con dinero de esa “caja B”, que definen con todo lujo de detalles, "los papeles del ex tesorero Bárcenas", en el llamado Caso Kitchen. Faltan a la verdad, en este caso, como mintieron en la primera parte del caso Gürtel, cuando nada menos que un vicepresidente, Rodrigo Rato, también involucrado en esta causa, ya salió condenado y encarcelado, por el caso Bankia. Y aunque Casado diga que son cosas del pasado, el pasado vuelve cuando su número dos, Teodoro García Egea, emula a Aguirre y su cúpula en el caso Tamayazo, con la compra de tránsfugas en Murcia. Lo que demuestra que el viejo y el nuevo PP siguen manteniendo una tóxica atracción fatal por la corrupción.
Desde la perspectiva del conocimiento de los hechos, a través de miles de folios instruidos judicialmente, los jueces han demostrado en anteriores casos ya juzgados, que no dicen la verdad, al menos toda la verdad, los testigos de la cúpula del PP. En este caso, aparecen la mayoría de ellos parapetados detrás de sus mascarillas incluso cuando se encuentran solos en sus domicilios particulares, excepto ”M punto Rajoy”. Si se demuestra que están faltando a la verdad en sede judicial, en su calidad de testigos, tendrán que deducirles testimonio y asumir las consecuencias penales por este comportamiento. La justicia está, estas últimas semanas, poniendo en cuestión casi 20 años de la historia de una formación política que ha gobernado España durante 14 años -y Madrid durante los últimos 26 años-, cuya honestidad queda bajo sospecha, juicio tras juicio, a través de los casos Gürtel, Púnica,Lezo, Cofely, Kitchen, Funeraria, Bárcenas, Canal…etc, expuestos ante los Tribunales.
Tampoco sorprende que la estrategia de todos estos testigos siga siendo negar la mayor. Cabe recordar cuando Aznar y su ministro Aceves, afirmaban sin pestañear la existencia de armas de destrucción masiva en Iraq y con qué aplomo mentiroso respondían ante la opinión pública, y en sede parlamentaria, que detrás de los atentados terroristas del 11M del 2004 estaba ETA y no el terrorismo yijadista, que causó 200 muertos en Atocha.
No por nada, el PP ha sido ya condenado judicialmente como partido -primera parte de caso de corrupción Gürtel- dando lugar a que se le tildara de comportamiento de organización criminal usada para cometer delitos. Los más de 400 de sus cargos públicos procesados por actividades delictivas, incluidos todos los antiguos tesoreros, además de muchos alcaldes, consejeros, presidentes, vicepresidentes, así lo acreditan.
A pesar de que el actual líder del partido, Pablo Casado, se empeñe en decir que “eso son cosas del pasado… y que a partir de ahora el PP no va a contestar a preguntas sobre los juicios a sus cargos en la Audiencia Nacional”, lo cierto es que la sombra de los malos hábitos, entre poco transparentes y corruptos, les persigue. Y si no que se lo digan a su número dos, Teodoro García Egea, que estos mismos días ha emulado al equipo de Aguirre y a “aquel pasado del PP”, que protagonizó el repugnante “tamayazo” para vergüenza de la política madrileña, con la compra de dos trásfugas “socialistas”, Tamayo y Saínz que reventaron la investidura del socialista Rafael Simancas, aquel infausto 10 junio de 2003, hace ya 17 años. Aunque esta vez ha sido más descarado, Egea ha comprado a tres tránsfugas del CDs hace apenas una semana y a la luz de día. El deterioro de la política en general, lo evidencia de nuevo el PP, ya que si nos remontamos a aquel Tamayazo madrileño, los transfugas tuvieron que salir avergonzados de la política y desaparecer del mapa, mientras que en este "tamayazo murciano" han sido premiados y exhibidos con nuevos cargos como si de un triunfo se tratara. Un "mercadeo de esclavos o un mercado persa", como coincidieran en afirmar tanto el socialista Abalos, como el portavoz de Ciudadanos, Edmundo Bal. Una corrupción insoportable, también en el Ayuntamiento de Murcia, del PP, que acabó con una moción de censura que, esta vez, Egea, no pudo sobornar.
Aquel "Tamayazo madrileño" precisamente fue la puerta de apertura a casi dos décadas de tropelías y abusos en Madrid, con pelotazos inmobiliarios, operaciones multimillonarias que llenaron las arcas del Partido Popular. De aquel espíritu de vino y rosas, la ostentosa boda de El Escorial, la trama Gürtel, Púnica, Barcenas, las comisiones ilegales, los dineros negros y la financiación ilegal del partido (demostrando judicialmente que el PP acudió a sus elecciones “dopado” con dinero de las comisiones ilegales) así como los posteriores juicios y condenas a tantos altos cargos públicos. Rato, Granados, González, Sepúlveda, López Viejo, Puerta, Bárcenas y un largo ecétera que tantas veces hemos enumerado aquí.
Y siguiendo el hilo, llegamos a este PP de los años 2020, “el nuevo PP” que gusta decir Casado, con la histriónica presidenta madrileña en funciones, Isabel Díaz Ayuso, que ha hecho de las falacias, los dislates y las ocurrencias, su forma de gobernar, entre frívola y culpable. Vive de tergiversar la realidad y de confrontar en todo al Gobierno Central. Siguiendo fielmente los mandatos de su muñidor, aquel Miguel Ángel Rodríguez, mano derecha de Aznar, adepto convencido de la doctrina trumpiana para hacerse con el apoyo popular a cualquier precio. Falta a la verdad cuando afirma que la culpa de que Madrid se haya convertido en un imán para la juventud fiestera e irresponsable de Europa sea del Gobierno Central. Falta a la verdad su alcalde, Almeida, cuando dice que son turistas culturales los que llenan los bares del centro de Madrid, y por la noche intervienen en fiestas ilegales interminables. Se contradice tanto, que la propia presidenta entre las perlas que habitualmente lanza ha dicho textualmente: “Estoy encantada de que vengan los franceses a Madrid a levantar la economía de la hostelería y el ocio”.
Tambien miente Ayuso, a sabiendas, cuando afirma que su Gobierno está ayudando al sector de la hostelería en Madrid. Cuando lo cierto y demostrable es que es la Autonomía que menos ayudas económicas ha ofrecido a este sector económico. No decía la verdad, cuando afirmaba que no había un protocolo de exclusión de la atención hospitalaria para los ancianos enfermos de Covid que se hacinaban en las residencias de su comunidad. Tampoco dijo la verdad al trasladar a la ciudadanía el coste real del “pseudo hospital” Zendal, así como también intentó engatusar al personal sanitario cuando explicó cuál iba a ser la forma de asignación de recursos humanos al nuevo centro. Sin aportar ni un solo argumento razonable, ni una sola verdad completa en sus discursos. Ha conseguido convertir a Madrid en una moneda donde la Cara bonita, son las fiestas y el jolgorio de Europa, y la Cruz horrible, el llenazo de hospitales, UCI y muertes (casi el treinta por ciento del total nacional, por delante de CCAA como Andalucía o Cataluña, que tienen mucha más población que Madrid).
Y en medio de este caos de mentiras o verdades, irrumpe ese “joven político que me cae bien”, dijo Aznar. Un tal Abascal. Criado y alimentado a los pechos políticos de Esperanza Aguirre. Con el tiempo, el hijo díscolo que se entregó al trumpismo y bolsonarismo, dando un paso más allá en las ideas ultras de sus antiguos jefes: la misoginia, el racismo, xenofobia y populismo radical de extrema derecha. “Ese joven que me cae bien”, consiguió aglutinar en la plaza de Colon un sembrado de banderas españolas, muchas con el aguilucho anticonstitucional, y el cara al sol como banda sonora, colándose en la foto entre el joven Ribera, de Ciudadanos y el joven Casado del PP. Abriendo ese día la puerta al crecimiento de la ultraderecha y a su participación en las instituciones, de la mano del PP con la complicidad de Ciudadanos. Algo que ningún partido conservador ha osado hacer en el resto de Europa. Veremos en Madrid cómo se desenvuelve Edmundo Bal en las elecciones precipitadas por Diaz Ayuso con la excusa y el miedo a que sus socios la dejaran tirada en una moción de censura que solo existió en su imaginación, como tantas cosas. Hoy mismo, el Presidente del Gobierno Pedro Sánchez, en la presentación del candidato socialista, Angel Gabilondo, lo ha dejado claro: "no permitamos que Madrid sea el feudo ultra de Europa"