El caso es que la tormenta Filomena, que pilló a Ayuso desprevenida y al alcalde de Madrid, Almeida, bailando con los Reyes Magos, al final quieren transformado en una oportunidad de oro para solicitar una lluvia de millones del papá Estado. Ante su ineptitud, quietud y esperar a poner la mano. Sólo han tardado tres días en recuperar su liturgia del “cuanto peor mejor” para sacar réditos económicos. Nada menos que 1.398 millones, es el gordo de la Lotería que piden al Gobierno por los daños pasados, presentes y futuros de Madrid. Mientras tanto, y a diez días del colapso de la gran nevada, ningún esfuerzo en reponer servicios para que los ciudadanos puedan recuperar cuanto antes sus vidas normales. Total, que limpien la ciudad Ábalos y Robles, con sus quitanieves y soldados de la UME, para qué gastar energías...
Tres días antes de la noche de Reyes, la AEMET había pronosticado una gran nevada, pero los dirigentes madrileños debieron de pensar: “tranquilos, Madrid es una España dentro de España… cómo le va a pasar algo a Madrid, si de Madrid vamos al cielo… Madrid es Una, Grande y Libre”. Tres días antes, y durante la nevada, los ministros relacionados con Emergencias, Ábalos y Marlaska, ya estaban reunidos en el Comité Estatal de Emergencias con el presidente del Gobierno, la ministra de Defensa, Robles y los funcionarios del sector. Ya tenían recogidos a los camiones fuera de la Red Nacional de Carreteras, desplegadas las quitanieves, las toneladas de sal y fundentes, miles de agentes de tráfico desplegados auxiliando y sacando coches de la circulación, bomberos, Guardia Civil y soldados de la UME listos para los rescates.
Efectivamente, Madrid sufrió la gran nevada, si, pero diez días mas tarde siguen prácticamente inutilizadas miles de calles y los principales servicios de la ciudad. Es que la capital de España es muy grande sí, -que diría la peculiar Ayuso- con miles de calles sí, cientos de kilómetros en circunvalaciones municipales y carreteras. Pero también son muy grandes los medios de emergencias, miles de máquinas y miles de funcionarios públicos de las Emergencias Protección Civil 112. A juzgar por la enorme inversión que se realizó, en 2004, en reagrupar varios departamentos, reordenados a lo grande por el consejero de Presidencia y después vicepresidente, de Esperanza Aguirre, Francisco Granados, ilustre huésped de la cárcel de Soto del Real. Él reagrupó todos los servicios en un gran edificio redondo, recién construido solo para el 112, en Pozuelo, concretamente en La Finca, la zona más lujosa, exclusiva y cara de Madrid.
Por cierto, el día de la gran nevada, ¿quien creen que era la directora general y estaba al frente de Emergencias del 112 de la Comunidad de Madrid? Pues nada más y nada menos que Ángeles Pedraza. ¿Una titulada superior o experta al menos en servicios de protección civil y emergencias?. Qué va. Pedraza es una ex empleada de El Corte Inglés, sin estudios superiores, ni un mísero curso o master en emergencias, etc. Fue nombrada a dedo por Ayuso, por haber tenido el inmenso honor de presidir la Asociación de Víctimas del Terrorismo (la conservadora, que hay dos) y estar durante años cargando contra los gobiernos socialistas, tanto de Zapatero como de Sánchez.
Pero hete aquí, que todo esto ya les da un poco igual porque Casado, Ayuso y Almeida, que el ocho de enero se habían puesto a ver nevar por la ventana, “oh qué bonito, que manto blanco caía por la ciudad, la Puerta del Sol llena de gente tirándose bolas” y los pijitos Cayetanos esquiando arrastrados por sus 4x4, por toda la calle Serrano y colgándolo en sus redes. ¡Qué lujazo!. Sólo tres días mas tarde, sin tiempo de haber evaluado mínimamente los daños, pusieron en marcha la calculadora, que es lo que mejor les funciona, y decidieron que el negocio, esta vez consistía en pedir la declaración de “Madrid como zona catastrófica”. Y como no, volvieron a su método del “cuanto peor mejor”. Para qué molestarse en arreglar las calles y devolver el servicio a los ciudadanos si lo importante era confeccionar una buena factura para salir de apuros. ¿Y cuanto piden Almeida y Ayuso? Así, a ojo, teniendo en cuenta que las catástrofes de las danas, inundaciones y desastres de las últimas décadas en otras zonas, con pérdidas de cosechas y ganado, naves destruidas, etc, costaron entre veinte y cincuenta millones, de menor a mayor… pues Almeida y Ayuso han calculado y pedido al Estado ¡una factura de 1.398 millones de euros!. Ahí queda eso.
Lo esperpéntico del caso es que en ella incluyen todos los desperfectos pasados, presentes y futuros. Por ejemplo, hasta los lucros cesantes que han dejado de percibir los bares por la pandemia, las facturas de parking públicos y privados, la retirada de coches, las contratas externas a sus constructoras, en fin… como dice el periodista económico Javier Díez, “rompo el retrovisor y de paso me cambias todo el motor y la carrocería, que paga el seguro”. En este caso papá Estado. Pero esta actitud, ya ni siquiera nos sorprende. No deja de ser sello de la casa.
Por Iñaki Xabier Vélez Domingo
Lo que queda por arreglar de los desperfectos de Filomena y sus heladas, ya que lo terminen si acaso la UME y los funcionarios y quitanieves del MITMA y cada madrileño con su pala, que eso es gratis. El primero Casado dando ejemplo. “Oh, llamemos a esa inútil UME del Ejército, que fue un derroche de Zapatero, y a esos servicios de Emergencias del Ministerio que tan dispuestos están a ayudar”. En fin, visto lo visto esto, más que Filomena, ya se asemeja a un cómic de Mortadelo y Filemón. Así que yo propongo declarar "catastrófico al gobierno de Madrid". Con todas sus consecuencias. Ya han hecho mucho más de lo que cualquier madrileño decente puede soportar.