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"Lo que la oruga llama 'el fin', el resto del mundo lo llama 'mariposa'."

Los Testigos de Jehová intentan captar a víctimas de la violencia de género enviando decenas de mails a las asociaciones que las ayudan

Los Testigos de Jehová intentan captar a víctimas de la violencia de género enviando decenas de mails a las asociaciones que las ayudan

Marina Marroquí, además de experta en violencia machista y autora de Eso no es amor, es la presidenta de AIVIG, la asociación afincada en Elche que ha ayudado a más de 200 mujeres a salir del maltrato. Desde la llegada del coronavirus su organización ha sufrido “una campaña de autentico acoso” por parte de la organización religiosa. En menos de 36 horas recibió 30 mensajes de email para que reenviara sus mensajes a las víctimas “prometiendo que la biblia tiene ayuda y respuestas a su maltrato”. La persecución ha continuado durante días. Una técnica que conoce bien Raquel López Pavón, superviviente de violencia de género y exmiembro de los Testigos. Por eso ha querido dar el paso de desenmascararla en este reportaje para que ninguna mujer caiga en sus garras.


De repente el buzón de entrada de mails empieza a llenarse de mensajes. El primer correo no le extraña a Marina Marroquí, presidenta y fundadora de AIVIG, pero en nada constata que las comunicaciones que recibe no son fruto de la casualidad. “Están perfectamente orquestadas y van dirigidas a asociaciones de apoyo a víctimas de violencia de género. Son emails enviados seguramente a un listado de asociaciones, por lo que creo que muchas otras asociaciones también los están recibiendo”, dice. “Están escritos de forma genérica que se han distribuido con la orden de enviar correos ya que en algunos ni se han molestado en reescribirlos y han adjuntado directamente el pdf con las órdenes dadas”, describe.

La finalidad de esos mensajes tiene un único objetivo. “Captar a víctimas de violencia de género en su momento más vulnerable, prometiendo que la biblia tiene ayuda y respuestas a su maltrato”, añade Marroquí. Una ayuda que cuanto menos resulta irónica. “Que una institución tan machista ponga el foco en las víctimas de violencia de género es cuanto menos irónico”.

Caer en otra tela de araña de maltrato

Y es que para esta reconocida feminista caer en las garras de cualquier organización religiosa o sectaria tendría fatales consecuencias para las víctimas. “Son mujeres que se encuentran en una etapa de su vida en la que el maltrato las ha sumido en una indefensión y sometimiento. En caso de responder a sus mensajes en lugar de apoyo y ayuda, caerían en sus redes con la única finalidad de captarlas y aprovecharse de ellas emocional o económicamente”, sospecha.

Marroquí denuncia que los mails que ha seguido recibiendo llegan a ser acoso y derribo. “En un solo día y en menos de 36 horas recibí 30 mensajes con estrategias dignas de acoso ya que, aunque el texto y los versículos son los mismos, vienen de diferentes destinatarios que se identifican de diferentes ciudades y que tras alabar la labor que hacemos como asociación nos insinúan que reenviemos el email a las mujeres a las que ayudamos, en los que todos pone el enlace de la página de los Testigos de Jehová”.

La presidenta de AIVIG cree que este tipo campañas demuestran la nueva manera en la que una secta crea “nuevas estrategias de captación entre un colectivo tan vulnerable como las víctimas de violencia de género, y creyendo que las asociaciones que trabajamos y les apoyamos para que vuelvan a ser personas completamente libres, vamos a participar en su fin”. Por ello invita a la unión y pide a las asociaciones que están recibiendo estos mails que “se pongan en contacto con nosotras para poder frenar esta peligrosa iniciativa y que ninguna víctima de violencia de género se vea afectada”.

El testimonio en primera persona

Y es que tal y como avala Raquel López Pavón, superviviente del maltrato y también de los Testigos de Jehová, “caer en sus garras es borrarte como persona”. Esta joven que lleva ya seis años lejos de los mismos nos cuenta su propio caso como afectada por violencia de género. “Fue mi primera relación al salir de los Testigos. Acababa de llegar a Madrid, le conocí, me absorbió totalmente. Al salir de los testigos no noté muchísimas señales de alarma y tenía una idea sobre las relaciones muy errónea, totalmente machista. Mi caso fue casi total de maltrato psicológico con alguna agresión física. Controlaba mi móvil, mis redes sociales, incluso la cantidad de comida que debía dar en cada bocado, como debía modular la voz, cuando podía o no hacer bromas, no podía salir de casa apenas sin él, me llamaba constantemente al trabajo, no podía ponerme ni rímel, ni tener amigas, se ponía violento con objetos, gritaba, etc. Básicamente me anuló en todos los sentidos”, relata.

¿Cómo llegas a ser captada por los Testigos?

Mis padres eran testigos, así que nací y crecí en ese ambiente. Para mí era lo normal y no tenía contacto con gente de fuera porque eran “malas compañías”. A los 15 años me bauticé tras bastante presión paterna. Sobre la gente adulta que se hace testigo, suelen formar parte de colectivos desfavorecidos (inmigrantes, mujeres solas, viudas, gente mayor, gente con un pasado traumático). Ofrecen una visión de comunidad que se apoya y ayuda, te ayudan a buscar piso, te dan ropa, trabajo, etc. Cuando alguien nuevo entra se siente muy arropado y no se da cuenta del precio a pagar a cambio.

¿Qué finalidad tienen captando a colectivos desprotegidos como el de las mujeres maltratadas?

Utilizan la vulnerabilidad de la gente como nicho a explotar, ya que así, aunque no sea por la parte puramente religiosa, las personas se unen por el “apoyo” que reciben. A título individual, ellos piensan (como pensaba yo) que están llevando la verdad a las personas, que les están ayudando, pero los individuos solo son peones que siguen órdenes. Es una manipulación muy grande y a muchos niveles y cuesta darse cuenta. Una vez estás dentro, como tu vida son ellos, es casi imposible que salgas si no tienes un entorno social fuerte fuera (que se encargan de reducir o cortar). Los colectivos vulnerables son mucho más fáciles de manipular al tener carencias y necesidades, y normalmente no tener relaciones fuertes ni sanas que puedan advertirles o brindarles ese apoyo. Un inmigrante solo que no tiene a nadie aquí, una mujer maltratada sin entorno social, a quien “cuidar y proteger”, son personas que se aferran a la ayuda recibida, y la agradecen sin poder hacerse preguntas.

¿Qué acciones llevaban a cabo contigo y otras mujeres?

Las mujeres en la organización apenas servimos de nada. Toda la idea es que tenemos que ser buenas esposas. Una mujer soltera de más de 30 años pasa a ser una solterona. Se nos enseñaba que las mujeres somos “complementos” del hombre. Debemos ser sumisas, acatar todas las decisiones que tome el marido, estemos o no de acuerdo, con una sonrisa y apoyarle. Las mujeres no pueden ascender en la congregación, no pueden hacer discursos ni leer la biblia dirigiéndose al auditorio ya que una mujer no puede enseñar a un hombre. Incluso si ha de hacer una oración con un hombre no testigo delante tiene que cubrirse la cabeza.

Tenemos que vestir con ropa por debajo de las rodillas, con maquillaje sutil y nada que pueda ser llamativo. De lo contrario te llaman la atención. Todo es un gran ensayo para que seas una mujer “buena y calladita”. Somos juzgadas y culpabilizadas constantemente, hiper sexualizadas. Todo se interpreta como un intento de provocación, la culpa es nuestra por tener cuerpos atractivos, por llevar sujetadores con tirantes que asoman, por no esconder más nuestras curvas, vamos provocando.

Puro machismo…

Hay una presión constante por ser juzgada. Recuerdo que, con 12 años, un hombre testigo de unos 40 años me dijo ¡que vaya cuerpo se me estaba poniendo de “mujercita”! y que ¡qué pena no ser más joven para casarse conmigo! Y recuerdo que me lo tomé como un halago, porque es el objetivo final, sin darme cuenta de lo perturbador que era y de que yo era una niña.

Tengo varias experiencias similares, o incluso mujeres adultas diciéndome que no hablara con sus maridos, teniendo yo 11-12 años. Llamarme la atención por jugar con niños de la congregación a fútbol en vez de irme con las niñas, y volverse cada vez más exigente y hostil conforme crecía, hasta que de adulta apenas podía tener más que unas palabras cordiales con cualquier parte masculina. Cuando se revelan casos de abuso sexual, comentarios inapropiados, etc., lo primero que miran es la credibilidad de la víctima y de su familia. No conciben el aborto en ningún caso, ni por violación. Tampoco puedes divorciarte si no es por adulterio. En un caso de maltrato extremo te permiten separarte, pero no volver a casarte, así que te quedas sola el resto de vida, siendo doble víctima.

¿No está bien visto que hables más allá del saludo con ningún hombre?

Solo puedes hablar y poco más con los chicos de la congregación a menos que sea porque estás conociéndote con uno, de lo contrario enseguida coges fama de “fresca”. Por descontado todas las labores del hogar corren a tu cuenta. Antes de dejarlo, estaba prometida con un testigo, y sus padres me llamaron varias veces la atención por intentar que aprendiera a usar el horno o plancharse una camisa, porque “él no va a hacer eso y tienes que aceptarle tal cual es, y si te vas a casar con el tienes que aprender a limpiar mejor y llevar una casa”.

Además, presionan a la mujer para tener relaciones sexuales con su marido, quiera o no, porque según la biblia en un matrimonio “hay que darle a cada uno lo que es suyo”. Así que, si una mujer no quiere acostarse con su marido, él la puede llevar a los ancianos (son como los curas de la congregación) para que hablen con ella y le hagan entrar en razón.

¿Cómo te diste cuenta de la manipulación?

Me di cuenta porque al haberme leído varias veces la biblia me surgía preguntas sobre contradicciones y no me las querían responder. Además, siempre me ha interesado leer sobre filosofía o psicología, y ellos me lo prohibían. Y es que no está explícitamente prohibido, pero te presionan y al final es lo mismo, si lo haces, estás muy mal vista. En general intentan que no tengas acceso a ninguna información que no sea la que ellos te dan, que no leas nada de nadie contrario a ellos. Fui haciéndome más preguntas, viendo la hipocresía que había, viendo que no podía ser yo, solo lo que ellos querían que fuera, hasta que vi que, si seguía ahí, perdía mi vida entera.

¿Te hacían sentir culpable?

Si, creo que es la base de la manipulación. Hagas lo que hagas, somos pecadoras y hemos de arrepentirnos de mil y una cosa. Si te reunían los ancianos, era una vergüenza absoluta y quedabas “marcada”. No había opción a tener razón, todo estaba mal. Si vestía de una forma, si me gustaba tal música, si en un momento dado se me había subido la falda, visto una rodilla y me habían traído un pañuelo para que me tape… Todo lo mueve la culpa y el miedo a ser juzgada por ellos o por Dios.

Durante todo el proceso desde que empecé a tener dudas, con unos 16 años, tras bautizarme por presión social, hasta que lo dejé con 21, me sentía constantemente culpable. Hacía oraciones para pedir perdón por tener dudas, me sentía muy mal conmigo misma, insuficiente, malvada solo por tener preguntas, pagana, era una constante tortura psicológica por no llegar a sus estandartes, tenía muchísima ansiedad. Cualquier persona te puede señalar, decir lo que sea, y tú como mujer, y además joven, solo puedes acatar y pedir perdón.

¿Eráis fuente de ingresos para ellos? ¿De cuánto?

En mi congregación todo funcionaba por contribuciones voluntarias. Si ese mes los ancianos decían que no se habían cubierto los gastos, pedían más. Yo no llegué a donar casi siendo adulta, pero la media y por lo que se comentaba por aquel entonces serían unos 40-50 euros al mes, pero al ser anónimo, al menos por lo que yo sé, no hay forma de contrastarlo.

¿Cómo sales de todo aquello? ¿Alejarte de ellos es fácil?

No es nada fácil alejarte. Para salir, o bien cometes un pecado y te expulsan por no arrepentirte, o haces carta de renuncia. Luego están un tiempo intentando reunirte y hablar. Aun así, lo difícil no es la parte práctica de salir, si no lo que conlleva. Los testigos tienen prohibido dirigir la palabra a alguien expulsado o que ha renunciado, así que pierdes todo. Tu familia solo puede hablarte para lo más básico y lo mínimo posible.

Al dejarlo hace seis años que no tengo contacto con mi madre y con nadie de los que fueron mi entorno cercano, casi mi familia. Cuando eres testigo, se hacen una especie de escenificaciones sobre lo que le pasa a la gente que lo deja, una parábola del hijo prodigo moderna en la que todos acaban drogadictos, embarazados o muertos.

¿Y cuando sales qué sucede?

Que chocas con el mundo real ya que son culturas totalmente distintas. Vas con miedo, no te sabes relacionar con las personas de una forma normal, así que sueles tener alguna mala experiencia, con lo que te crees que es por haber abandonado a dios. Unido a que estás totalmente sola, sin el apoyo de tus amigos y familia, lo más normal es que las personas vuelvan, sobre todo quienes hemos nacido ahí y no tenemos nada fuera y todo dentro. Te condenan al ostracismo, te quitan absolutamente todo, es psicológica y emocionalmente brutal.

¿Cuál es tu mensaje a cualquiera que los tenga cerca?

Lo que más me gustaría dejar claro, es que cuando entras dejas de ser una persona individual y pasas a ser una parte de la maquinaría, con el peligro que conlleva. Te van separando de la gente no testigo, diciendo que son malas compañías, poniéndote directamente en contra de quien te haga dudar sobre ellos. Lo que venden parece muy bonito, las personas son amables, todo parece idílico. Pero no lo es.

Acercarse a eso es poner en riesgo tu vida entera, tu salud mental, pasar a ser alguien que constantemente ha de poner la otra mejilla, sin voz, ni voto. Todo acto de auto cuidado se considera egoísmo, y no puedes hacer nada más que servir a dios, mediante lo que ellos te dicen que dios quiere, claro. Te anulan y moldean según quieren.

¿Sin esa anulación nada de lo que cuentas sucedería?

Probablemente si no hubiera sido por eso, hubiera podido notar muchas cosas antes de tiempo en mi relación. Una perspectiva de sumisión, de cosificación, de inferioridad de la mujer, en ningún caso puede ayudar a nadie, ni mucho menos a mujeres víctimas de violencia de género, todo lo contrario, te predispone a ello, a aguantar, a tener fe en que cambiará. En el artículo que comentan, directamente dicen que no hagamos caso a las personas que creen saber de estos temas, y citan a la mujer que tras su marido estar a punto de matarla, se queda con él y ahora tienen un “magnífico matrimonio”. Ser testigo de Jehová me convirtió en alguien más vulnerable aun a experimentar ese tipo de relación. Es un riesgo real para tu persona, puede truncar tu vida entera y quitarte el control sobre ella.


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