Tras las elecciones andaluzas del pasado 2 de diciembre empieza a configurarse un escenario según los sondeos más fracturado y multipartidista incluso que el actual. Igual que sucedió con la izquierda en 2015, cuando Podemos empieza a tener representación en ayuntamientos y comunidades, la derecha muestra síntomas de fractura y divide su voto entre Partido Popular, Ciudadanos y Vox. Pasamos de un escenario de cuatro partidos a uno de cinco. Un auténtico terremoto en nuestro sistema político, que desde 2014 ha multiplicado su número efectivo de partidos. Dicho con la precaución de que Ciudadanos se empieza a desmarcar de una posible alianza permanente con PP y Vox, si suman sus votos podrían llegar a la mayoría absoluta.
Pedro Sánchez, según marcan todas las encuestas, podría mantener el Gobierno mediante pactos siendo la lista más votada en los mismos. El efecto desde que llegó la moción de censura se traduce en una subida importante en votos y escaños, aunque esta subida se modera desde junio. Rentabiliza bien la acción de gobierno y no acusa lo sucedido en Andalucía, lo que puede indicar un rechazo puntual ocasionado por los años de Gobierno. Sin embargo, al contrario de lo que sucede en la derecha, por la izquierda la caída de Podemos los aleja de unos números que garanticen la gobernabilidad, ni siquiera con los nacionalistas y los independentistas.
Así que la clave está en Ciudadanos y dónde quiera ubicarse Albert Rivera. Si opta por consolidar una estrategia de radicalización en temas nacionalistas o si lo hace por una de distensión con el PSOE para influir en temas económicos desde una visión más liberal. Si Pedro Sánchez es capaz de convencer a Rivera de la conveniencia de pactar un programa como ya hicieron en 2016, ambos podrían formar una alianza que les da casi la mayoría absoluta del Congreso. Si de lo contrario Rivera optase por un marco más centrado en temas territoriales que económicos, centrado más en el problema en Cataluña que en el problema económico y con continuas llamadas a la aplicación del artículo 155 en esta comunidad, se vuelve factible una alianza a tres con PP y Vox.
Lo que sí parece claro es que la estrategia de Pablo Casado no está funcionando. Su partido baja estrepitosamente y sus votantes se movilizan en favor de otra formación de corte populista y de extrema derecha como Vox. El elefante está en el salón y se alimenta con los mensajes de trazo gordo y las continuas llamadas a la intervención del gobierno central en Cataluña. El PP se desangra por su flanco derecho, aunque, si como en Andalucía renuncia a que sea la lista más votada quien gobierne, puede llegar a Moncloa mediante acuerdos con Vox y Ciudadanos.
Se presenta interesante 2019 en lo político. Vienen muchas elecciones y de todos los órdenes. No sabemos el comportamiento que van a tener los electores en mayo y al celebrarse conjuntamente muchas de ellas los efectos que van a tener en la participación son difíciles de prever también. Pero las fotografías fijas que estos días publican los diarios empiezan a marcar unas tendencias que seguro que los partidos utilizan para reconfigurarse.