El domingo 28 de abril los ojos de Europa y del mundo estaban puestos en España, en los españoles y en los socialistas. La extrema derecha se había camuflado entre los conservadores españoles y los liberales. Y ambos, de la mano de dos políticos algo faltos de cultura y trayectoria política, la habían recibido con la alfombra roja y los brazos abiertos . Pedro Sánchez, el socialista resistente, apoyado en algunos partidos de la izquierda y las regiones se empeñaron a fondo para frenar este avance grosero hacia un gobierno a lo Trump o Bolsonaro, Salvini u Orban. Los socialistas no querían fascismo en España y los regionalistas tampoco. Las urnas les han dado la razón.