Es comprensible el malestar generado por los precios y su volatilidad, la disminución de los márgenes comerciales y la introducción de nuevas exigencias ambientales. Constituye un problema para nuestro país, pero también es un problema europeo. En lo que afecta al diálogo sobre iniciativas, el ministro de Agricultura ha puesto sobre la mesa en primer lugar el tema de los precios y el propio presidente del Gobierno ha pedida ya a las cadenas alimentarias que hagan autocrítica solidaria.