Mi abuelo se caía en agujeros de tierra como cráteres de luna

Las raíces de los árboles se desangraban en su cabeza, como se desangran las  muelas arrancadas

Mi abuelo era una presa en una trampa de animales

 

 

Tenía el pelo fino y graso

La cara cuadrada, la mirada perdida

Los ojos azules como los gitanos del norte 

No recuerdo su cuerpo, ni sus gestos, ni su palabra

 

Se ocultaba en el humo del tabaco negro de los bares

Sedado en aguardiente y café

Le gustaba el futbol y jugar a la baraja

Con sus manos construyó su casa

Esa que nunca vi

 

Murió joven

No tuvo sueños, ni esperanza, ni gloria

Sólo grietas en la ropa

Lo electrocutó la vida

Mi padre es su recuerdo,

y por mis venas bulle su herida

esa que honro aquí