Imagino que en pocos días iremos siendo sometidos a múltiples interpretaciones de las cuartetas de Nostradamus, esas que van a confirmar que oriente medio arderá en guerras y desastres pero, sinceramente, no creo que para sumar dos y dos haga falta comerse el tarro con los oscuros versos del famoso adivino.
La que se está liando desde hace demasiados meses, la voladura de cualquier dique de contención a la barbarie que pudiera considerarse como universalmente aceptado y el salto tecnológico aplicado a la hora de ejecutar lo que, sin demasiadas dudas, se puede considerar como terrorismo de estado, vaticinan un desastre completo, seguro.
He escrito varias veces que no creo que ninguno de los dos bandos sea inocente, que los dos actúan con la capacidad para el mal y la salvajada de la que cada uno es propietario o tiene a su alcance, pero es que, en este caso, Israel cuenta con una ventaja económica, política y tecnológica absoluta, inalcanzable para la otra parte.
En el cómic de Spiderman se sentenciaba que “un gran poder implica una gran responsabilidad”, pero creo que esa película o no ha llegado a los cines de Israel, o no se ha hecho mucho caso: la única responsabilidad que acepta ese estado es la venganza, la posibilidad de devolver ciento por uno y ocupar su “tierra prometida”, que a ese cómic antiguo sí se le hace caso siguiendo instrucciones al pie de la letra.
Sinceramente, no tengo ninguna esperanza en la solución sensata de los problemas de la zona y, en cambio, estoy seguro de que los palestinos van a desaparecer empujados al mar y al olvido; creo que Israel no va a poner freno, ni interno ni externo, a sus actos de guerra, terrorismo o como cada cual quiera denominarlo y que ni la ONU, ni los USA, van a ser capaces de frenar a ese monstruo creado por ellos hace décadas en un acto de absoluta irresponsabilidad histórica.
Ojalá me equivoque.