Hubo una humanidad que luchaba por agrandar la realidad, por generar nuevos conceptos, nuevas ideas y nuevas construcciones intelectuales que abarcaran el todo representado en la realidad para poder entenderla en toda su grandeza. Hubo una humanidad que aspiraba a la grandeza del orden, de lo racional, de hacer el pensamiento tan grande como el universo en el que nuestra ambición debía engrandecerse.
Hubo épocas, ya pasadas y olvidadas, en las que la humanidad quiso abarcar el conocimiento y hacerse tan grande como el mundo que habitaba; hubo hombres grandes que supieron aprender y descubrir; hubo otros, todavía más grandes, que quisieron mejorar las cosas para que la humanidad creciera de una forma justa y acompasada; pero esos hombres nos dejaron huérfanos de su saber y, sobre todo, se llevaron con ellos la ambición colectiva de ser mejores y más sabios.
Hoy, mientras el saber crece y se desarrolla como nunca, los que nos dirigen quieren que nuestras mentes y nuestras aspiraciones sean pequeñas, tan pequeñas como su propia valía y tratan de hacernos creer que la realidad se condensa en las pocas palabras que lanzan en sus mensajes dirigidos a las masas: ellos, que heredan un mundo que fue grande a los hombros de gigantes, quieren que la realidad sea tan pequeña como ellos mismos y quieren reducir nuestro universo mental, quieren condensar la realidad en sus pequeños y autistas mundos de ambición.
Hay que volver a luchar para que la realidad sea grande y engendre ideas tan grandes como lo fueron aquellas que nos ayudaron a crecer y rechazar ese intento de jibarización intelectual al que nos someten sus estupideces y su mediocridad, siempre interesada, cicatera y mentirosa.
Ser tan grandes como vuestras ganas de saber y de definir vuestro universo propio con la grandeza de la que siempre hemos sido capaces y dejar de seguir a aquellos que sólo pueden imaginar una realidad empequeñecida y sencilla: jamás el saber ha sido sencillo; jamás la grandeza ha sido fácil y jamás la prosperidad ha llegado de la mano de los mentirosos.
Que no os roben la realidad, aunque os ofrezcan una mentira pequeña y manejable: la manejarán ellos y vosotros os haréis pequeños, tan pequeños como su moral.