En noviembre de 2018, cuando un recién presidente español Pedro Sánchez acogía por primera vez al presidente de la República Popular de China Xi Jinping para conmemorar el 45 aniversario de las relaciones diplomáticas entre ambos países, las anécdotas no quedarían al margen.
Bien es sabido que ambos aprovecharían la ocasión para reforzar sus relaciones estratégicas, firmando una veintena de acuerdos que estarían envueltos en esa atmósfera de complacencia que caracteriza tales eventos. En aquella ocasión, el líder chino haría una parada física en el Ministerio de Asuntos Exteriores, transitando obligadamente en su vehículo por la madrileña Puerta del Sol. Lugar muy concurrido y animado por algunos personajes disfrazados que aprovechan el espacio turístico para hacer más divertida la experiencia de los visitantes. En aquella ocasión, el famoso Winnie Pooh tuvo que “desaparecer” por unas horas, evitando así causar algún disgusto a Xi Jinping.
Esa anécdota sobre Winnie Pooh que data de pocos lustros, resulta ilustrativa en la actualidad. Las ultimas tensiones políticas entre China, Occidente y Taiwán vuelven hacer referencia al dibujo animado de Winnie Pooh prohibido desde hace varios años en China. A primera vista, puede parecer irrisorio recurrir a un dibujo animado para afianzar una identidad. No obstante, eso es lo que está haciendo precisamente el pueblo taiwanés desde que se han tensionado aún más las relaciones entre la isla y el gobierno de Pekin en los últimos tiempos. Todo va más allá de una figura caricatural, dada la estrecha relación de Taiwán con los occidentales, en especial con EE.UU., ya que su “presencia” en la política de la isla ha estado presente desde finales de la Segunda Guerra Mundial. Pero ¿qué hay detrás de la figura de Winnie Pooh ?
En 2013, las redes sociales, publicaron una foto del entonces presidente Barack Obama y de Xi Jinping caminando y charlando, emulando ese encuentro con una imagen de Winnie Pooh y Tigger muy similar. Esta doble imagen inundaría las redes sociales de Taiwán y de China, algo que agitaría Weibo (similar a Twitter en China), emergiendo la ocasión para “criticar” noblemente al mandatario chino por parte de su propio pueblo. Algunas voces dicen que la figura de Winnie Pooh es físicamente semejante a la del líder chino, sin embargo, no existe una versión oficial del por qué el gobierno de China ha prohibido desde entonces la imagen del dibujo animado en su territorio y en todas sus formas. En la práctica, ningún líder occidental relaciona Winnie Pooh con el líder chino, no hay una razón para ello. Sin embargo, el pueblo taiwanés está hoy haciendo uso de ese personaje caricatural para construir una defensa frente al gigante asiático.
La presencia de Occidente en la isla no es algo nuevo, más bien demuestra hasta qué punto la relación mantenida por décadas entre EE.UU. y Taiwán sirve como una “herramienta” frente a Pekín. Concretamente, el dictador taiwanés Chiang Kai-shek (quien simpatizaba con Churchill y Roosevelt) huyó de China hacia Taiwán en 1949 al llegar Mao Zedong al poder. Desde entonces, y no deja de ser paradójico, Chiang Kai-shek se vio apoyado por EE.UU. (aunque no fuese una democracia) en su aceleración industrial y comercial al ritmo de una apertura al mundo. Como suele ser habitual, a la muerte del dictador en 1975, llegaría su hijo, pero el país seguiría avanzando en su desarrollo.
Hoy las declaraciones cruzadas entre el gobierno de Pekín esgrimiendo que “el curso de la historia hace que se vaya hacia la reunificación de China […] nunca renunciaremos a emplear la fuerza” y la presidenta de Taiwán, Tsai Ing-wen, contraatacando afirmando que “las autoridades de Pekín no deben de subestimar la fuerza de la democracia taiwanesa, Taiwán asumirá su responsabilidad y se defenderá ella misma” han despertado inquietud por parte de la población taiwanesa que teme la represión china. Todo ello en un momento de profundo cambio, cuando se advierte que el mundo tecnológico del SXXI va indisociablemente ligado a la industria de los semiconductores. En este sentido, cabe recordar que en 1976, el entonces joven ingeniero Robert Tsao fue enviado por parte del gobierno de Taiwán a EE.UU. para que tuviese una formación sobre la tecnología de los semiconductores que comenzaba a vislumbrar en esos años. Tsao fundaría años más tarde la fábrica de microchips United Microelectronics Corporation (UMC) en Taiwán, hoy una de las tres más importantes del planeta.
Bajo este prisma, cabe cuestionarse ¿hasta qué punto es justificada la estrecha relación diplomática entre la isla y EE. UU, especialmente con la Administración Biden? Pekín suele calificar de “injerencia “cualquier acercamiento diplomático estrecho de la isla con Occidente, pero el pueblo taiwanés parece dispuesto a luchar y defenderse. Aquí vuelve a surgir la figura de Winnie Pooh como una herramienta simbólica de defensa frente a China, así se observa en algunos escudos portados por algunos militares taiwaneses donde aparece el oso negro (símbolo de Taiwán) dando un golpe a Winnie Pooh. Aunque el oso Panda suele ser el símbolo de China, los taiwaneses han recurrido a la figura de Winnie Pooh para visibilizar aún más su enfado. Incluso, el magnate Robert Tsao ha hecho una donación de 32.6 millones de euros a finales de 2022 para entrenar una milicia defensiva contra China. Una situación delicada que hace preguntarse qué posición tomará Occidente al respecto. La reciente visita de Emmanuel Macron (abril 2023) a Pekín y su clara posición de “distancia” con EE.UU en relación a Taiwán y China, corrobora que los bloques ideológicos de antaño están en proceso de fragmentación. El mundo está experimentando cambios mayúsculos, sin claras alineaciones, intentando sobrevivir y buscando constantemente formulas diplomáticas que primen sobre las ideologías.
Fuente consultada:
“Nous sommes Taiwan”, Pierre Haski. Documental, ARTE, 21 marzo 2023, en :
https://www.arte.tv/fr/videos/111082-000-A/nous-sommes-taiwan/