El reciente 25 de marzo, el Partido Popular organizó un acto electoral en Madrid en colaboración con una iglesia evangélica y contó con la presencia de numerosos asistentes latinos. La comunidad latinoamericana en Madrid es muy numerosa y representa el 60% de los inmigrantes que viven y votan en la región.
El acto no hubiera tenido mayor trascendencia de no ser por la intervención al principio del mismo de una telepredicadora de dicha iglesia, con un discurso ciertamente chocante en estas tierras europeas en el que se mezclaba religión y política y donde se rogaba a Dios que iluminara el corazón de los dirigentes populares.
Mucha ha sido la chufla que han tenido que soportar los populares por dicho discurso, pues este se ha difundido ampliamente por las redes sociales y ha desatado todo tipo de memes y gracietas. Pero, en mi opinión, el fenómeno merece ser investigado desde una perspectiva más política.
Para empezar, no es la primera vez que los populares de Madrid contactan con la iglesia evangélica: en septiembre de 2022, el Secretario General del PP de Madrid, Alfonso Serrano, el secretario electoral, Jorge Rodrigo, y el segundo teniente de alcalde en Madrid, Borja Fanjul, entre otros, asistieron al macroevento evangélico Invasión Madrid Fest en el que participaron 3.000 personas. Allí, entre actuaciones musicales, sermones y milagros —una miope aseguró que, de repente, podía ver de lejos—, los representantes del PP subieron al escenario para recoger un premio a la presidenta madrileña Ayuso y al alcalde José Luis Martínez-Almeida. Se lo entregó la pastora protagonista del discurso del 25 de marzo. En los últimos dos años, esta se ha reunido en varias ocasiones con dirigentes del PP madrileño y ha cedido su templo para una recogida de firmas contra los indultos del Gobierno a los secesionistas catalanes.
Según el trabajo “Neopentecostales: de la fe a la política” del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica, las iglesias pentecostales son una parte de las iglesias evangélicas y surgieron a finales del siglo XIX en los Estados Unidos, extendiéndose después a Latinoamérica en la segunda mitad del siglo XX. Su hito fundacional es la “aparición y revelación del Espíritu Santo” a sus fundadores —por ejemplo, Mary Baker Eddy, fundadora de la Iglesia de la Ciencia de Cristo, y Joseph Smith, de los Mormones—, quienes quedaron ungidos para profesar la religión en su nombre. Son muy numerosas y descentralizadas y nadie limita la apertura de nuevos centros religiosos ni la definición de sus estrategias de crecimiento. Este último punto es fundamental para entender el proceso de penetración de las mismas. Tienen un discurso medieval de lucha contra el “demonio”, son estridentes, muestran una estética de tipo show y un estudiado marketing y propugnan la prosperidad, el individualismo y el emprendimiento —“Dios quiere que seamos ricos”—, lo que las hace muy próximas a la ideología neoliberal.
Sus feligreses son los más pobres de las sociedades latinoamericanas, los trabajadores precarizados, los más golpeados por la economía, a quienes atrae el relato de una vida próspera. Sus enemigos son todos aquellos que reclaman derechos civiles: el feminismo, los defensores de la salud sexual y reproductiva, los que quieren distribuir la riqueza, o ampliar la educación, o generar bienestar y, en general, quienes quieren cambiar el paradigma de la desigualdad individual neoliberal. Es decir, son integristas en lo moral y en lo económico.
En Madrid operan 769 iglesias evangélicas, y se estima que 1,5 millones de personas son evangélicas en toda España
También son muy eficaces en captar feligreses más allá de los recintos religiosos: organizan congresos, marchas, programas de radio y de televisión; sus canales se emiten en 158 países; tienen canales de Youtube, redes sociales y una amplia producción editorial de libros de autoayuda.
Los votantes pentecostales y evangélicos en general han sido un bloque crucial para partidos conservadores en otros países. En Estados Unidos y en Brasil, los presidentes Trump y Bolsonaro ganaron gracias a un amplio apoyo de esas bases. Estas corrientes religiosas tratan de imponer un regreso a estados confesionales, influencian la agenda política y permean los partidos de derechas que ambicionan su potencial caudal de votos.
En España, el tamaño de esta comunidad religiosa es menor, pero cada vez más significativo gracias al creciente influjo de los inmigrantes latinoamericanos. En Madrid operan 769 iglesias evangélicas, y se estima que 1,5 millones de personas son evangélicas en toda España, donde hay 4.341 iglesias. Afortunadamente, no todas son neopentecostales.
Gracias a la creciente connivencia del PP con ella, esta corriente ha pasado a ser un actor político que merece ser estudiado y que no se puede despachar como algo anecdótico. El diario.es del 26/03/23 nos advierte de que “tendemos a ver lejos cosas que, en realidad, no lo están. Este acercamiento del PP a los evangélicos parece enmarcarse en una estrategia electoral que replica fórmulas lucrativas del otro lado del Atlántico: a buscar apoyos en las urnas a través de la fe, ... tal vez la pregunta que cabe hacerse es si merece la pena comprometer algunos valores a cambio de votos”.
No teníamos bastante con el integrismo de Vox y, ahora, también los noepentecostales.