En una charla informal un compañero me comentaba sobre las llamadas que recibía de distintas compañías eléctricas, muy indignado: “Noelia, ya no es que llamen a cualquier hora, que no digan quienes son, que te engañen, ¡es que ya directamente hacen campaña política! Les pides que te expliquen las tarifas de luz que ofrecen y responden: si le parece caro, es culpa del gobierno, de los impuestos, de Pedro Sánchez, a mi no me pida explicaciones”.
Yo misma hace unos días presenté una airada queja a una compañía telefónica que acababa de llamar para “avisarme” de que me iban a subir 6 euros la factura. La compañía me respondía, con toda la razón, que ni yo era su cliente, ni existía esa factura, ni se planteaban subir sus tarifas. Había sido víctima de una llamada de “suplantación de identidad” que pretendía que realizara un cambio de compañía no deseado. A día de hoy desconozco quién estaba detrás de la misma.
Así estamos. Compañías telefónicas, financieras y energéticas son líderes en SPAM.
La llamada de un desconocido
El mayor problema es que no podemos saber a ciencia cierta quien nos llama.
La OCU explica que dos de cada tres llamadas comerciales no son identificables. En un trabajo de campo trataron de identificar 200 de estos números de teléfono y solo pudieron hacerlo con el 33%.
Desde 2009 la normativa señala que las llamadas comerciales deben hacerse desde un número identificable… y el número lo es, pero el titular, casi nunca.
Las conocidas como “robollamadas” en ocasiones ni siquiera terminan con una persona detrás, sino que te cuelgan con un un pitido o un “goodbye”. Son llamadas masivas que no han encontrado un operador libre, o intentan cerciorarse de que tu teléfono está activo o comprobar a qué horas eres más proclive a responder.
Una normativa extensa y en muchos casos, inoperante.
La regulación dirigida a protegernos frente al marketing agresivo se encuentra dispersa en normas estatales y autonómicas. A la Ley Orgánica 3/2018 de Protección de Datos Personales y el Real Decreto Legislativo 1/2007, texto refundido de la Ley General para la Defensa de los Consumidores y Usuarios, se suman las referencias existentes en la Ley 32/2003, General de Telecomunicaciones, el Real Decreto 899/2009 de carta de derechos del usuario de servicios de comunicaciones, la Ley 34/2002, de Servicios de la Sociedad de la Información, la Ley 34/1988, General de Publicidad o la Ley 3/1991, de Competencia Desleal.
A menudo echamos de menos que en primaria nos hubieran educado en derechos laborales, finanzas… Nuestros derechos como consumidores también entrarían dentro de esta categoría
¿Puede un consumidor medio conocer toda esta normativa?
Pese a la intensísima regulación en materia de protección de datos en Europa, la realidad es que ejercer derechos como el de cancelación es harto complicado. ¿Cómo cancelar datos si no sabes a quién dirigirte? Por no hablar de los procesos de baja, que en la mayoría de casos no permiten al consumidor cerciorarse con algún tipo de constancia de su solicitud.
La Ley General para la Defensa de los Consumidores y Usuarios (cuya última modificación ha entrado en vigor el 1 de enero de 2022) también es complicada de ejercer en la práctica. Si te llaman después de las 21 horas o antes de la 9 horas, durante la siesta o el fin de semana, salvo limitadas excepciones únicamente te queda el derecho al pataleo.
Saber quién te llama es fundamental, y en mi opinión ahí es donde debería centrarse la actuación del Ministerio de Consumo, tanto en sus propuestas legislativas, como de cara a informar al consumidor para que pueda reaccionar con seguridad.
¿Qué podemos hacer a título individual?
- Conocer y utilizar las funciones de nuestro móvil. Si tu móvil te lo permite, puedes bloquear los teléfonos molestos. En algunos modelos también tienes la función de identificar llamadas SPAM. Hay aplicaciones, como la de “Teléfono” de Google, dirigidas a filtrar SPAM. La tecnología aquí es un arma de doble filo, y la velocidad en que surgen problemas y soluciones es pareja.
- Denunciar en listas de SPAM a los comerciales especialmente pesados y, sobre todo, a los que no se identifiquen con claridad.
- Inscribirte en la Lista Robinson (www.listarobinson.es). Aunque eficiente, particularmente es la opción que menos me gusta. Alguna compañía telefónica ha llegado a llamarme más de 10 veces al día, y al pedirles que pararan me han invitado a acudir a esta lista. Pero, en mi caso, no es que no quiera recibir publicidad, solamente quiero recibirla con una frecuencia racional y dentro de los márgenes que marca la ley.
A menudo echamos de menos que en primaria nos hubieran educado en derechos laborales, finanzas… Nuestros derechos como consumidores también entrarían dentro de esta categoría de “deseos” para una educación completa. Tener la conciencia de que las ofertas creíbles se realizan por escrito, que las decisiones por impulso casi nunca son buenas, o aprender a ser asertivo ante comportamientos comerciales agresivos sin sentirte culpable.
En cualquier caso, necesitamos una legislación suficiente y efectiva a la que acudir, o el mundo del telemarketing seguirá siendo algo parecido al Salvaje Oeste.