En la noche del lunes al martes, los familiares de las víctimas del “Villa de Pitanxo” se reunían con Pedro Sánchez en el aeropuerto Rosalía de Castro (Santiago de Compostela). Minutos más tarde llegaba un avión al aeródromo militar de Santiago, próximo al aeropuerto, con tres supervivientes y cinco fallecidos en el naufragio.
María José de Pazo, portavoz de las familias, declaró ante los medios tras la reunión. Hija de Francisco de Pazo, jubilado de 69 años desaparecido, decía: “Era armador de barcos pequeños y era feliz en la sala de máquinas. Estaba donde él quiso estar y disfrutaba”. Habla de él en pasado, pues las esperanzas para encontrarlo con vida no son demasiado altas.
De los 24 tripulantes del “Villa de Pitanxo”, el buque que se hundió el pasado 15 de febrero en Terranova (Canadá) por una parada repentina en el motor, tres tripulantes han sobrevivido, nueve cuerpos han sido hallados sin vida y doce permanecen desaparecidos.
En el encuentro, aparte de Pedro Sánchez, María José Pazo y las familias, también estaban Luis Planas (ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación), Alicia Villauriz (secretaria general de Pesca), el presidente de la Xunta, la Conselleira de Mar y el delegado del Gobierno en Galicia.
Entre las peticiones que los familiares hicieron, estaban la de solicitar al salvamento canadiense que salgan sus aeronaves en modo de reconocimiento, que se pida a NAFO (Organización de Pesquerías del Atlántico Norte) que los barcos que transitan en esa zona “se pongan alarma de avistamiento” o que se envíe a la zona del naufragio un barco con robot que busque hasta 3000 metros de profundidad.
Aparte, reclaman una reunión con el director general de la Marina Mercante, que coordina lo relativo al naufragio de España en Canadá, y sostienen: “Vamos a darle un voto de confianza un tiempo. Le advertimos que vamos a estar vigilantes y que luego nos trasladarían los planes que se van a llevar a cabo”.