Glenn Youngkin, un empresario sin experiencia política, ha conseguido conquistar tanto el voto rural tradicionalmente conservador como el de los bastiones demócratas del norte con una campaña basada en las ideas de la economía y la propiedad privada y la educación. Es un gran defensor de la tradicional libertad de empresa y los bajos impuestos, un tema candente en la actualidad del país ya que Biden aún no ha sido capaz de aprobar sus presupuestos por la gran subida de impuestos que recogen. Respecto a la educación, su postura prioriza la elección de los padres sobre la voluntad del Estado y ha repetido en numerosas ocasiones su intención de acabar con "este adoctrinamiento de la izquierda". Por el contrario, su adversario McAuliffe, que ya fue gobernador entre 2014 y 2018, ha defendido durante la campaña que las familias no deben intervenir en lo que se enseña en las escuelas. 

"No hay tiempo que perder. Nuestros niños no pueden esperar. Vamos a restaurar la excelencia en nuestras escuelas" ha declarado Youngkin al conocer los resultados. 

La derrota de McAuliffe es síntoma del malestar de su partido y demuestra que los demócratas tendrán que enfrentarse a grandes desafíos para mantener el control de la Cámara de Representantes y el Senado. Las encuestas más recientes en Virginia demuestran que un 56% de los ciudadanos no están de acuerdo con la gestión de Joe Biden y Kamala Harris durante el último año, algo que resulta llamativo en un Estado que votó en un 96% a favor de los demócratas en las pasadas elecciones presidenciales.