La periodista, Reema Saad, y su familia fueron asesinados en el bombardeo en el barrio de Tal al-Hawa en Gaza. Además, Israel también bombardeó la torre Al-Jawhara, sede de trece medio de comunicación de Gaza y de una ONG, aunque en este caso no hubo víctimas.
La tragedia continúa en el conflicto entre Israel y Palestina en la Franja de Gaza y ya son 197 las personas que han perdido la vida a causa de los bombardeos. La mayor parte de estas se han producido en el bando palestino debido a que no cuentan con la Cúpula de Hierro de Israel que neutraliza casi todos los misiles enviados por Hamás.
Uno de estos bombardeos orquestados por Israel impactó en el barrio de Tal al-Hawa, en Gaza, y se saldó con la muerte de una periodista embarazada, Reema Saad, su marido y sus dos hijos, que se encontraban en su apartamento. Pero este no ha sido el único golpe que ha recibido el mundo del periodismo en el conflicto de la Franja de Gaza.
El pasado miércoles, Israel avisó de sus intenciones de bombardear la torre Al-Jawhara, sede de trece medios de comunicación de Gaza y una ONG. El aviso permitió a todos los trabajadores evacuar la torre antes de que se produjese el bombardeo y afortunadamente no causó víctimas.
Ante estos ataques a los encargados de informar sobre el conflicto en Gaza, la Federación Internacional de Periodistas (IFJ) acusó a Israel de "querer silenciar" a los periodistas y empresas que denuncian los bombardeos en Gaza e instó a los organismos internacionales una acción inmediata para que Israel asuma responsabilidades y cesen en sus bombardeos.
En este sentido, el secretario general de la organización, Anthony Bellan, explicó en un comunicado que Israel tiene el objetivo de "silencia la información de los medios sobre el terreno" y pidió acción internacional "ante la violación sistemática de los derechos humanos y los ataques deliberados contra medios y periodistas".
Además, IFJ denuncia que desde que comenzó la escalada de violencia del conflicto las autoridades de Israel han detenido a casi 30 periodistas destruyendo su material de trabajo para que no pudiesen informar de lo sucedido.