“Si la situación empeorara, entendemos que es el Gobierno de España el que tiene que tomar cartas en el asunto, y son los que tienen que decidir qué hacer en todas las comunidades autónomas, y por tanto en todo el país”, ha dicho su vicepresidente, de Ciudadanos, Ignacio Aguado, hace una semana, dejando claro que "desde la Comunidad no queremos adoptar más medidas”. Ayuso, poco después, criticaba: “¿A qué espera [Sánchez] a tomar medidas más difíciles?”, mientras ella sigue apostando por la apertura de la hostelería, reuniéndose con los hosteleros y asegurando que "en los bares nadie se contagia" pero al tiempo pide 1uw. Una gran cantidad de madrileños y vox pópuli en los medios de comunicación, ya no dan abasto a la capacidad de sorprendereles negativamente de su presidenta.
La Comunidad de Madrid ha optado por relajar las medidas de restricción en la lucha contra el coronavirus en plena tercera ola que golpea de lleno a la región. El lunes la presidenta, Isabel Díaz Ayuso, ya avisó de este cambio en unas medidas que han durado apenas dos semanas, recuperando el máximo de seis personas que se pueden sentar en una terraza desde los cuatro que marcó catorce días atrás. También advertía que “pronto recuperaremos las horas de los toques de queda” que se adelantó a las 22 horas y que cambiará en cuanto encuentre la más pequeña oportunidad para regresar a las 00 horas aunque, de momento, se ha prorrogado hasta el 12 de febrero. La única ampliación se ha dado en las zonas básicas de salud, donde se han restringido tres nuevas zonas y un municipio, aunque también se han levantado estos cortes en otras nueve zonas.
El pasado viernes 22 de enero Ayuso anunciaba un endurecimiento de las medidas que pasaban por un adelantamiento del toque de queda a las 22 horas con el cierre de comercios a las 21 horas y una reducción de reuniones de no convivientes de seis a cuatro personas. Pocos días después, el miércoles siguiente, desde la comunidad ya parecían arrepentirse de estas medidas a pesar de que la incidencia continuaba y continúa creciendo exponencialmente. “No es solamente que el estado de alarma nos permita llegar a más, es que como Gobierno regional no queremos adoptar más medidas. Estas son las medidas que desde el punto de vista autonómico consideramos que tenemos que adoptar”, declaraba Ignacio Aguado, vicepresidente madrileño, y señalaba de nuevo al Gobierno central como culpable y responsable de manejar la grave situación, a pesar de que estas medidas son responsabilidad regional. “Si la situación empeorara, entendemos que es el Gobierno de España el que tiene que tomar cartas en el asunto, y son los que tienen que decidir qué hacer en todas las comunidades autónomas, y por tanto en todo el país”, echaba de nuevo balones fuera.
La propia Ayuso era capaz de ver la precaria situación de la región aunque siguiendo la misma línea que su vicepresidente: “¿A qué espera a tomar medidas más difíciles?”, aclarando que tendría que ser Pedro Sánchez y no ella la que lo hiciera. Ahora, no solo no se han endurecido las medidas, sino que el ligero endurecimiento ha durado a penas dos semanas, aunque las únicas restricciones adoptadas están resultando ser insuficientes. La combinación de cortes quirúrgicos en la movilidad con la convivencia de hostelería, comercio y reuniones, junto a los desplazamientos a trabajo y clases han subido la incidencia en un 123% en el plazo de un mes. Las declaraciones no solo se quedaban allí sino que Aguado aprovechaban la llegada de Carolina Darias al Ministerio de Sanidad para pedir “lealtad, respeto y cogobernanza”.
“Resulta oportuno modificar el alcance de dicha limitación de ocupación máxima de las mesas con el objeto de permitir que aquellas situadas en terrazas al aire libre puedan ser ocupadas por un máximo de seis personas, al ser inferior el riesgo de transmisión que en los espacios cerrados”, escribe el Boletín Oficial de la Comunidad de Madrid (BOCM) en un extracto recogido por Europa Press en el que se explica la pertinencia de esta medida. Según esta orden, a partir de hoy también se establece la obligatoriedad del uso de la mascarilla en los establecimientos, aunque parece una medida obvia que ya se aplicaba y recuerdan a los establecimientos la necesidad de “asegurarse una ventilación adecuada por medios naturales o mecánicos”.
Mientras, la incidencia acumulada en la comunidad se sitúa, según la actualización de hace dos días, en los 999,5 casos por cada 100.000 habitantes. Hace tan solo siete días esta incidencia era de 970,5 contagios que ya se situaba muy por encima del pico registrado en la segunda ola de 813 casos. No obstante, gran parte de los municipios madrileños se sitúan en una incidencia superior a los 1.000 casos, el nuevo criterio para confinar zonas básicas de salud que subió en apenas dos semanas desde los 400 hasta esa cifra para evitar cerrar la región a toda costa. Este criterio mantiene cerradas 72 zonas básicas y 28 municipios, afectando a 1’9 millones de madrileños.
La laxitud en las medidas le ha valido a Ayuso numerosas críticas internas, la última llegada del presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, que decidió cerrar toda la hostelería en Galicia ante la gravedad de la tercera ola. “Madrid ha optado por una decisión por la que yo no me sentiría responsable si la tuviese que aplicar en Galicia y, por tanto, he optado por otra”, criticaba. Ayuso respondía haciendo alarde de su hospital de pandemias privado y, de nuevo, culpando al Gobierno central: “Madrid tiene su propia estrategia con un nuevo hospital de mil camas, test masivos en toda la comunidad y también bajamos los impuestos, Madrid tiene su propia estrategia general. Hay que respetarlo entre todas las comunidades. A falta de Gobierno, de iniciativa nacional, cada comunidad autónoma hace lo que buenamente puede”, declaraba.