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"Lo que la oruga llama 'el fin', el resto del mundo lo llama 'mariposa'."

Esa guadaña implacable, la estupidez humana

Esa guadaña implacable, la estupidez humana

Hemos dejado atrás a este triste y aciago año 2020. Pero eso no significa nada. Los virus y las tragedias humanas no entienden de años, se suceden en el tiempo. Hoy todo sigue igual que ayer. La estupidez humana, que sirve de guadaña para segar vidas estúpidamente, también. Esos miles de insolidarios, que se pasan horas encerrados en macrofiestas no deberían de ser disueltos, deberían de ser encerrados, en cuarentena doble, o triple, a pan y agua, hasta que uno por uno, vayan saliendo con una PCR negativa.

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El tópico nos dice que el 2020 será un año para olvidar. Pero yo creo que nunca lo olvidaremos. Aunque un buen puñado de irresponsables ya lo han olvidado, o más bien, nunca supieron lo que significa ser solidarios y pertenecer a una sociedad común donde nos salvamos todos, o ninguno. Lo cierto es que ese pequeño mundo, confortable y lleno de certezas, ha dejado de existir para la mayoría de nosotros, ciudadanos del llamado primer mundo.

Todo ha cambiado. Esta vez no ha sido, ni la malaria, ni el cólera, ni el tifus, ni las fiebres amarillas, que diezman la vida de millones de personas, jóvenes y sanas, a lo largo del planeta todos los años. Ha sido un estúpido y maldito coronavirus el que ha trastocado la vida de las personas que vivimos en los países más desarrollados económicamente. No. No me olvido de que para casi la mitad de la humanidad, el año 2020 no ha sido muy diferente a los anteriores: conflictos bélicos, hambrunas, catástrofes naturales, pobreza endémica, enfermedades... Pero desgraciadamente, la inextinguible estupidez humana no hace posible que podamos disminuir el sacrificio de tantas vidas…

Parece un chiste de mal gusto que esta parte de la humanidad a la que pertenezco hable de crisis pandémica, y tragedia planetaria, cuando desde siempre, solo el hambre, se lleva por delante a más de 8000 niños al día, casi tres millones al año, en fin… Lo que sí es evidente es que esta pandemia ha acelerado ciertos cambios de comportamientos burgueses de la mayoría de las personas del llamado primer mundo. Y lo que también es evidente, es que muchos, en realidad pocos, pero al menos decenas de miles de españoles, han preferido la bolsa, el entretenimiento, la diversión, y el despelote, a la solidaridad y a la protección de la vida de los mayores y vulnerables. Vivimos en una sociedad muy poco acostumbrada a sacrificarse por otros.

Pero todos hemos aprendido la lección de que todo cambia y no existen las certezas. La mayoría de mis conciudadanos necesitábamos sentirnos seguros, es lo normal, estamos acostumbrados a las certezas para poder planificar nuestras vidas. Pero la pandemia ha demostrado que no hay nada seguro, que nuestra vida depende de demasiados factores ajenos a nuestra voluntad. Nadie ni siquiera el político más populista puede asegurar, por mucha convicción que ponga en sus argumentos, que los eventos futuros siempre se desarrollarán como esperamos. Sólo podemos hablar de previsiones, de probabilidades. Los analistas anticipan los posibles escenarios que pueden acontecer en nuestro futuro, tanto en el ámbito económico, en el demográfico, en el social, o en el de los conflictos bélicos etc. y a cada escenario les asignan una probabilidad de ocurrencia.

Posteriormente se diseñan diferentes estrategias a seguir en función del escenario elegido para intentar cumplir con ciertas expectativas y objetivos definidos previamente. Lo que pasa es que a nosotros, los ciudadanos de a pie, no se nos puede contestar a las preguntas ni con incertidumbres, ni con previsiones y mucho menos con probabilidades.

Necesitamos saber cuando acabará la pandemia, cuando podremos retomar nuestra vida normal, la de antes, cuando dejaremos de llevar mascarillas, cuando podremos abrazar y besar a nuestros seres más queridos, cuando podremos volver a reunirnos para festejar o celebrar eventos sociales. Necesitamos que nos aseguren que vamos a salir de la crisis económica y cuando lo vamos a hacer, necesitamos seguridad y certezas para seguir avanzando y dejar atrás un pasado que queremos olvidar. Pero en el fondo, el mundo y nuestra civilización con él, se perfeccionan a través del cambio, nada permanece inmutable, aunque a veces no se pueda apreciar a primera vista. La evolución, en general, consiste en adaptarse de la mejor manera posible a un entorno siempre cambiante. Y la especie humana siempre ha sido una de las que mejor aprovechan de las oportunidades generadas por ese cambio continuo.

Pero volvamos a los temas que más nos preocupan en el corto y medio plazo. Intentaré trasladaros las que quedan de “mis certezas” o al menos los que para mí son los escenarios más plausibles en el corto y medio plazo:

-Una vez dejado atrás el famoso Brexit y el divorcio con Reino Unido, la UE avanzará más cohesionada. Creo firmemente que en esta separación los británicos van a perder más que nosotros desde el punto de vista económico y geoestratégico. La Unión Europea también ha cambiado para adaptarse a las consecuencias económicas debidas a la ruptura y a la pandemia. De un modelo de ortodoxia neoliberal no intervencionista y de austeridad temeraria durante los últimos 20 años, ha pasado a abrazar con fervor los postulados del keynesianismo, resumidos en el aumento de la inversión y del gasto público, en la intervención en los sectores privados en crisis y en la defensa del Estado del bienestar. Bienvenido sea este cambio y espero que venga para quedarse.

-Adios al trumpismo, al menos en el corto plazo. Por fin el más mentiroso, tramposo y nocivo, presidente de los Estados Unidos de América en los últimos, por lo menos 150 años, abandonará la Casa Blanca. Esto conllevará el fin del unilateralismo que como eje central de su política exterior ha ejecutado de forma demagógica y temeraria el histriónico a la vez que peligroso Donald Trump. El mundo necesita del multilateralismo en un entorno, cambiante, en el que el equilibrio de poder es muy inestable desde el ascenso a superpotencia tanto económica como militar de la República Popular China. También la UE deberá posicionarse como superpotencia y desligarse un poco de la dependencia estadounidense para poder ser soberana en sus decisiones geoestratégicas, sin olvidar nunca los lazos de amistad, culturales y económicos que nos unen a la todavía primera potencia mundial.

-En España, una vez aprobados los PGE, por fin el primer Gobierno de coalición podrá dedicarse a ejecutar su programa de Gobierno en por lo menos lo que queda de legislatura. Este Gobierno ha supuesto un gran cambio con respecto a los anteriores gobiernos de España. En los próximos años es muy poco probable que se vuelvan a constituir gobiernos monocolores y tanto los políticos como los ciudadanos tendremos que aprender a vivir con ello. En un entorno político tan fragmentado se tiene que hacer de la necesidad virtud, y habrá que llegar a acuerdos entre diferentes, necesitamos que nuestros políticos pacten y para ello necesitan negociar y las negociaciones conllevan cesiones, no lo olvidemos nunca, se acabaron los rodillos parlamentarios y las imposiciones no negociadas

-Por fin, los que siempre hemos creído en la Ciencia -con mayúsculas- en la medicina, en la sanidad pública, y así lo llevamos defendiendo, sobre todo estos últimos diez meses de pandemia, los científicos han conseguido desarrollar de forma segura, varias vacunas que a lo largo de este año 2021 pueden hacer que nos olvidemos del coranavirus como causante de millones de muertes.

El virus ha sido directa e indirectamente, causante de los cambios más importantes en la reciente historia de la humanidad. Insisto, y acotemos bien el asunto, me refiero únicamente a los países más avanzados, ya sabéis lo que pienso, para la mitad más pobre de la humanidad, esta pandemia ha sido una desgracia más que no ha ocasionado ningún gran cambio en la vida de miles de millones de personas que cada día tienen que luchar por sobrevivir.

-Pero volviendo a nuestro suelo patrio, pienso que muchos cambios debidos a la pandemia en nuestra forma de vida van a dejar una impronta en nuestros comportamientos: el teletrabajo, las compras online, el mayor apego a nuestros menospreciados servicios y servidores públicos, y el convencimiento por parte de la sociedad de la importancia que tienen la ciencia y los científicos para evolucionar y que mejoremos como especie. De las enfermedades, de las pandemias nunca nos han salvado ni las religiones, ni los nacionalismos, ni los populismos ni mucho menos la incultura. De la estupidez humana solo nos puede salvar el racionalismo.

Siempre existirán los cambios y esto es bueno, aunque a veces nos generen incertidumbre, pero, me temo y para finalizar, que existen cosas, comportamientos y personas que no cambian.

La mayoría de los ciudadanos de España hemos cambiado nuestra forma de vivir y de celebrar las Navidades con el único fin de salvar vidas, pero una irresponsable minoría sigue sin cambiar sus hábitos, sigue sin saber adaptarse al medio. En la naturaleza los individuos que no cambian, que no evolucionan, que no se adaptan al medio, terminan por extinguirse, pero me temo que en nuestra sociedad actual, estos estúpidos seres que no cambian sus comportamientos para sobrevivir hacen que buenas personas mueran antes de lo debido.

Me temo que de aquí a menos de un mes volveremos a hablar de olas, de contagios, de ingresos en UCIS y de muertos, y cuando llegue el momento, ojala me equivoque, acordaros que solo en la especie humana a veces no siempre sobreviven los mejores y que por desgracia hay cosas que no cambian, la estupidez y la estulticia de algunas personas….


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