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"Lo que la oruga llama 'el fin', el resto del mundo lo llama 'mariposa'."

Lo malo es que los virus no infectan solo a los idiotas

Lo malo es que los virus no infectan solo a los idiotas

Nadie se esperaba a fínales del 2019 que en este 2020 sería un año “distópico” y punto de inflexión para un cambio existencial en nuestras vidas. Solo un par de meses después de que se conformara el primer Gobierno de coalición desde la Transición del 78, esa famosa pandemia de la que, durante años muchos científicos habían pronosticado su llegada, por desgracia se hizo realidad. Y de momento, las dos palabras que se me ocurren son, miedo y soledad. Ahora, con el anuncio de una muy pronta vacuna, todos nos aferramos como a un clavo ardiendo de salvación.

Los negacionistas del Covid en su supina ignorancia expandiendo la pandemia


De hecho, una persona de mi entorno más cercano, que por desgracia ya no se encuentra entre nosotros, biólogo por vocación, y sarcástico por afición ya años atrás con mucha sorna me decía: Iñaki, la humanidad empieza a ser una plaga, somos demasiados y estamos acabando con los recursos naturales de nuestro planeta además de contribuir a la extinción de miles de especies de animales y de vegetales que conforman la maravillosa diversidad biológica de la tierra. Pero la naturaleza es sabia y cuando alguna especie se convierte en una plaga, aparecen como por arte de magia las pandemias para regular su población. Si, a veces las pandemias en el reino animal son necesarias, lo malo, es que esta vez la plaga somos nosotros y los virus no infectan solo a los idiotas” , entonces a mi me parecía obvio que no lo pensaba de verdad, pero ahora me asaltan las dudas de su avanzada visión. Afortunadamente, y él lo sabía, tenemos a la ciencia de nuestro lado para luchar contra las enfermedades, y como especie, aprendemos de nuestros errores y gracias a ello evolucionamos.

Ya somos conscientes del cambio climático provocado en gran parte por la actividad humana, sabemos que no podemos seguir consumiendo recursos naturales a este ritmo desenfrenado sin que colapse nuestro planeta Tierra. Tenemos, o al menos un gran parte de la humanidad lo tiene, un sentimiento de pertenencia a un grupo, al de los seres humanos, que debe avanzar unido en busca del interés general y del bien común para afrontar todas la amenazas que pongan en peligro nuestra existencia como individuos y como especie. La Naturaleza será sabia, pero no tiene por qué ser justa, las leyes de la evolución son duras y solo sobreviven a los cambios los más fuertes, los que se saben adaptar a las nuevas exigencias del medio en el que vivimos de forma más rápida y mejor.

Nuestra ventaja es nuestra inteligencia, y la ciencia. De la amenaza de la Covid19 no nos van a librar ni los rezos, ni los lloros, ni el mirar para otro lado negando lo evidente, ni los pataleos histéricos de algunos iluminados negacionistas, de esta enfermedad de tipo vírico, como de la mayoría, solo nos librarán las vacunas. Ya no padecemos habitualmente en España, ni la viruela, ni la rabia, ni la tuberculosis, ni la fiebre amarilla, ni la difteria, ni el sarampión, ni el tétanos, ni la poliomielitis, ni algunas meningitis, ni siquiera ya padecemos de forma generalizada la Hepatitis B, gracias a que tenemos la suerte de vivir en un país avanzado y que, aunque con menos recursos de los considerados necesarios, se apostó, en los últimos 40 años, por parte de los diversos gobiernos de izquierda, por una Sanidad pública y universal.

Podemos y debemos intentar cambiar nuestro destino, podemos evitar que el maldito bicho se lleve por delante a millones de personas, a nuestros padres e hijos, a nuestros amigos y compañeros de trabajo, a nuestros vecinos. Solo tenemos que seguir haciendo pequeños sacrificios, es temporal, al final las pandemias igual que vienen, se van, la única diferencia es que ahora tenemos la posibilidad de evitar que con ella se vaya una gran parte de la Humanidad.

Tenemos la suerte de vivir en país desarrollado, tenemos la suerte de tener un Gobierno sensible al sufrimiento de los ciudadanos y ciudadanas, no todos los gobiernos en el mundo tienen esa sensibilidad. La ciencia avanza rápido y pronto tendremos varias vacunas eficaces para evitar el contagio de este maldito virus. Como país tendremos que afrontar un gran esfuerzo logístico para poder inmunizar a una gran parte de la población. Yo soy optimista, confió ciegamente en nuestros profesionales de la Sanidad, además ya estamos entrenados, en nuestro querido país llevamos décadas haciendo vacunaciones masivas, por ejemplo contra la gripe estacional. No me atrevo a poner plazo, aunque algunos científicos hablan de empezar a vacunar en enero y poder conseguir una inmunidad de rebaño suficiente a mediados del 2021.

La maquinaria de las farmacéuticas ya se ha puesto en marcha y muchas vacunas se encuentran en fase 3. No es el momento de relajarse ni de tirar la toalla, nos esperan aún algunos meses muy duros. Esta Navidad nuestro objetivo tiene que ser el que todos nuestros seres queridos no se contagien y enfermen. ¡Dejémonos de tonterías! ya habrá otras Navidades como las de antaño. No cometamos el fatal error de celebrar las fiestas como siempre, esto podría hacer que, para algunas personas de nuestro entorno, sean las últimas.

Este año 2020 lo recordaremos siempre por el coronavirus que ha trastocado nuestro mundo, que nos ha traído otra gran crisis económica. Como ya he dicho a lo largo de esta reflexión, de la pandemia nos sacarán las vacunas y de la crisis, que todos seamos capaces de caminar unidos y aprovechar la oportunidad de mejorar nuestro país ahora que Europa ya no apuesta por más recortes económicos. Necesitamos también una “vacuna económica” ,una inyección de inversiones para salir de la crisis: los PGE2021. También la tendremos aunque les pese a los de siempre.

Por favor no cejéis en el empeño, ya queda menos para salir de este oscuro túnel, ya vemos luz en la salida, usad la máscarilla sin excepciones, seguid con el distanciamiento social, evitad reuniones de ocio incluso con la familia y amigos, no olvidéis la higiene de manos y sobre todo, utilizad siempre mucho, mucho, sentido común. Cuando superemos esta crisis volveremos a apreciar muchas pequeñas cosas que antes no nos parecían tan importantes y que ahora tanto echamos de menos.

Aprendamos la lección para el fururo. Y sobre todo, cuando observéis comportamientos insolidarios e irresponsables de algunos, recordad que desgraciadamente “lo malo es que los virus no infectan solo a los idiotas”.

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