Al menos mientras no cambien los líderes de esta desgracia de oposición con la que nos castigan a más de la mitad de los españoles. Nada nos gustaría más a la mayoría de los españoles, tando de derechas, centro e izquierdas, señor Sánchez, que se cumpliera su empeño, que todos los líderes políticos de todos los grupos, desterraran el partidismo de la lucha contra la pandemia dado que es la mayor calamidad que está sufriendo el planeta en el último siglo y de ello dependen nuestras vidas. Sobre todo, por parte del que aspira a ser un estadista, o al menos un adversario honesto y leal cuando la ocasión, como es en el actual caso, así lo requiera. Pero me temo, observando el nivel y las maniobras barrio bajeras de algunos pseudo-políticos como Casado, Ayuso y por supuesto, el franquista Abascal y otros tantos, que su deseo, señor Presidente, va quedar solo en eso, en un anhelo inalcanzable.
Nuestros representantes políticos deberían aunar esfuerzos en estos momentos de crisis y olvidarse, al menos durante un tiempo de las “agresiones dialécticas, la crispación y la confrontación total y el bloqueo” que no aportan nada positivo y solo consiguen tensionar y enfrentar a la ciudadanía entre sí, en unos momentos, que duda cabe, en que todos estamos sufriendo una pesadumbre y una época muy difícil para nuestra supervivencia.
Nuestros próceres políticos deberían moderar sus actitudes y, por supuesto, sus declaraciones públicas, para no dividir aún más a la sociedad civil española. Ellos deberían moderarse, cierto, pero un ciudadano de a pie, como el que escribe, y que como la mayoría de mis compatriotas paga religiosamente sus impuestos y participa en todas y en cada una de las consultas electorales, puede y debe ejercer el derecho a la libertad de expresión para señalar, a los claros responsables, no hablo de culpables, de que estemos, otra vez en la cresta de la ola pandémica.
No se trata de convertirse en un “capitán a posteriori” más, que en charlas tabernarias pretende aportar soluciones milagrosas e inmediatas a los problemas más enquistados en nuestra sociedad. ¡Qué fácil es hablar a toro pasado!. No quiero vender humo. Solo quiero señalar a responsables políticos que se comprometieron a poner en marcha una serie de medidas, tras conocer los fallos y debilidades de los primeros meses de pandemia, para evitar que la esperada segunda ola no nos cogiera por sorpresa y sin los deberes hechos, como así ha sido en algunas Autonomías, en unas más que en otras. Tambien es justo, comenzar por nosotros mismos, las y los ciudadanos y ciudadanas españoles.
Espero que nadie se lo tome como algo personal, bueno quizás algunos sí deberían, pero nadie podrá negarme que una vez pasado el periodo de alarma y las medidas más restrictivas que conllevaba, como el confinamiento de la población, en general, parte de la ciudadanía se ha relajado en el cumplimiento de las indicaciones de los especialistas para minorizar el contagio de la covid19. Estoy hablando de los malditos negacioncistas, de los irresponsables que anteponen su ocio a la seguridad de todos, de los empresarios que priorizan el negocio a la vida de sus empleados y sus clientes, de los que estando infectados se saltan las cuarentenas para salir a la calle o ir a trabajar….Soy consciente de que la mayoría hemos cumplido aunque esta minoría de ciudadanos inconscientes, irresponsables o con mala baba nos perjudican al resto.
Una vez dicho esto, me voy a centrar en algunos políticos. Espero que el avezado lector saque sus propias conclusiones y los sepa identificar con nombres y apellidos. Estos líderes políticos tienen en comun un rasgo muy dañino que los caracteriza: el populismo.
Primero magnifican los problemas, luego buscan culpables a quien hacer responsables de nuestros males y finalmente proponen medidas milagrosas sin ningún fundamento ni científico ni económico; o directamente se comprometen a cumplir y a aplicar ciertas medidas se han consensuado como las más eficaces para paliar los efectos negativos de estas crisis, sanitarias y económicas, que luego nunca, jamás, cumplen. Es inútil seguir repitiendo los nombres, ya lo hemos escrito aquí muchas veces, todos sabéis de quienes estoy hablando, de memos y memas, de trileros y trileras, de charlatanes de feria, mercachifles y vendehumos de cualquier especie, que tenemos la desgracia, quizá por los tiempos frívolos que corren, de que se nos hayan colado como candidatos de su partidos para liderar los grupos en el poder Legislativo, es decir, el Parlamento español.
Nunca, desde los tiempos constituyentes del 78, la política española había estado en niveles tan bajos de generosidad y en niveles tan altos de egoísmo, individualismo, mercantilismo y mediocridad, por parte de algunos de estos nuevos líderes noveles y dueños de una ambición muy por encima de sus posibilidades. Ya alguno se ha tenido que ir a su casa, y en el caso de la derecha radical que compite con la ultra derecha más franquista y radical, no tardarán en irse. Ojalá. Estos no miran por los españoles ni por el bienestar de todos. Sólo apoyan, si es que las apoyan, medidas sociales y ventajosas para la colectividad, a cambio de "que hay de lo suyo", o a cambio de que el Estado se debilite y el Gobierno legítimo se debilite. El chantaje mafioso se ha instalado en parte de los grupos. Por supuesto, otros no.
Me rediero a esos que desde hace casi 10 años han reducido y minimizado a un estado precario los tres servicios públicos esenciales en los que se fundamente entre otros, el Estado de Bienestar: La sanidad, la educación y las pensiones. Esos que hace menos de tres meses se comprometieron a contratar rastreadores, médicos, enfermeras, profesores, maestros y demás empleados públicos para intentar contener la pandemia y salvar vidas. Y no han hecho nada, sólo intentar desgastar al Gobierno legítimo.
El Estado les ha facilitados 16 mil millones, afondo perdido para gastar en Sanidad, en Educación y en servicios sociales derivados de la pandemia.
Muchos responsables autonómicos han cumplido, porque, desgraciadamente sigue siendo necesario tener que insistir en que España es un estado autonómico, lo dice el título octavo de la Constitución y los responsables de la gestión de la Sanidad y Educación públicas son los y las presidentas regionales así como los y las consejeras de dichos departamentos. Pero, en algunas autonomías, estos populistas de nuevo cuño no lo han hecho, ya sabéis de quién hablo.
Los mismos que no permitieron que el Estado de Alarma y las medidas que conllevaba se alargarán en el tiempo y que ladraban, si ladraban, pidiendo la no intervención del Gobierno central hace unos meses ahora imploran desesperadamente su ayuda.
El populismo también mata, a la historia me remito, directa o indirectamente, y me temo que estos charlatanes de feria, incapaces y sin preparación de servicio público alguna (Casado, Ayuso, Abacal y compañía) y también estos otros que utilizan argumentos del populismo nacionalista o independentista, dependiendo del color de sus banderas, que en algunos territorios de nuestra querida España han llegado al poder, sólo nos aportan más desunión, más miseria, más dolor y, me temo, que más muertes. Son responsables, y algunos, también culpables, como responsables indirectos son quienes les aúpan a dirigir nuestros destinos. Al menos nos merecemos una oposición de la derecha decente, y unos grupos nacionalistas que sepan ayudar a sacar las castañas del fuego para todos los españoles, porque Europa trabaja unida, el mundo trabajo unido, ellos no pueden tener las luces tan cortas que no sean capades de alumbrar para salvar a su propia gente.