Sorber y soplar es imposible, aunque se juegue a una cosa y la contraria como suele hacer el PP. O lo que es lo mismo, o Estado de Alarma y mando único, o cogobernanza con las CCAA. La oposición de la derecha, quiere decidir y gestionar la pandemia, pero al mismo tiempo echar la responsabilidad de sus decisiones al Gobierno Central. Una vez más, no contaban con la jugada maestra de Pedro Sánchez, quien por enésima vez, se ha sacado un nuevo as de la manga: si queréis gestionar, asumid la responsabilidad de vuestra gestión. Esto es un Estado cuasi federal, donde la gestión de Sanidad y Educación está en manos de las CCAA desde hace al menos dos décadas. ¿No nos negasteis por dos veces el Estado de Alarma?. Pues bien, ahí tenéis lo que pedísteis, tomad el control de la pandemia, y contad con nosotros cuando necesitéis un nuevo Estado de Alarma parcial. Eso si, España necesita unos presupuestos especiales adaptados a las necesidades para salir de esta emergencia sanitaria y económica. ¿Estáis dispuestos a ayudar a salir a España de esta o sólo a hundirla para servir a vuestros intereses partidistas?.
Ha llegado el momento, ya no valen las medias tintas, ni los discursos populistas. El Gobierno de España, y con esto no me refiero solamente a la coalición de partidos que lo conforman, necesita más que nunca unos Presupuestos Generales del Estado. España necesita unos PGE para la reconstrucción nacional. Ningún gobierno puede perdurar en la gestión política de una nación sin poder diseñar una ley de presupuestos coherente con su acción de gobierno. Esta es una máxima ineludible para cualquier gobierno que quiera tener estabilidad, pero es que además, en este momento crítico debido a la pandemia y la crisis económica generada por ella, necesitamos un plan de inversiones y de gasto público urgentemente.
Desde que los países que como España se adhirieron a la Unión Europea así como a la Zona Euro, renunciaron a la mayoría de herramientas de las que disponían para ejecutar sus políticas económicas, perdieron la facultad de utilizar la política monetaria, ya no se podía emitir moneda ni devaluar las divisas, etc, y se restringió excesivamente la autonomía en la utilización de la política fiscal, encorsetada, esta última, en una legislación europea de corte excesivamente liberal, herramientas que antes fueron imprescindibles en la acción de gobierno de muchos países.
Partiendo de estos hechos, al Gobierno de España solo le quedan los PGE (Presupuestos Generales del Estado), que son una previsión de los gastos e ingresos del Estado para un ejercicio económico determinado, recogidos en una Ley que se tramitará en el Parlamento, para intentar influir en las diferentes variables que determinan el devenir socio-económico de nuestro país.
De todo esto se deduce la importancia de poder diseñar unos PGE acordes con las necesidades de nuestro país en un periodo tan crítico como el actual. Unos presupuestos que deberían estar encaminados a financiar el ingente gasto público necesario para rescatar a los ciudadanos y a las empresas de España. Una ley de gastos e ingresos que tiene, necesariamente, que contemplar los sectores económicos estratégicos en donde debemos maximizar las inversiones para poder salir cuanto antes de esta crisis económica brutal, no solo para España y Europa, sino para el resto del mundo.
Su importancia es máxima para poder revertir los efectos de destrucción del tejido productivo de nuestra nación y para hacer de la crisis una oportunidad para gestionar la transición energética, la digitalización de nuestra economía y para potenciar los sectores económicos con más proyección en el futuro y evitar seguir apostando por sectores económico demasiado influenciables por las variaciones coyunturales.
Nuestro futuro inmediato depende de que ahora consigamos diseñar unos buenos PGE. Sociales, rigurosos, modernos y con mirada, no solo al presente, sino al futuro verde y tecnológico. Y aquí es donde las diferentes formaciones políticas se van a tener que retratar.
Siguiendo las recomendaciones de la Unión Europea, que gracias al poder negociador entre otros políticos europeos, de Pedro Sánchez, que ha abandonado, al menos durante un tiempo, los dogmas austericidas y de recorte del gasto público de la doctrina neoliberal, les guste o no a los partidos de derecha, los PGE de 2020 tienen que ser unos presupuestos progresistas, y me atrevería a decir de corte socialdemócrata.
En España se acabaron las tonterías, no podemos seguir prorrogando los PGE recortadores que sacó adelante el PP de Rajoy en 2018. Seguir con estos presupuestos sería hacernos el harakiri social y económico.
Los partidos antisistema españoles, evidentemente, harán lo imposible para que el Gobierno de Pedro Sánchez no pueda aprobar una nueva Ley de Presupuestos para intentar, de esta manera, seguir socavando al Gobierno de la Nación con la intención de obligarle a terminar anticipadamente con la legislatura actual y convocar otras elecciones donde probar suerte a ver si a fuerza de repetir y repetir la tirada, algún día consiguen las mejores cartas para la gran trampa. Es decir, la filosofía de los tramposos.
Partidos filofranquistas como Vox no apoyarán nunca unos PGE diseñados por nuestro Gobierno de izquierdas. Esta formación no cree en nuestro ordenamiento constitucional ni en los gobiernos elegidos democráticamente por los representantes del pueblo español. Son negacionistas que ejercen una política nacional populista antisistema. Solo podemos esperar de ellos más crispación y enfrentamientos.
De los partidos independentistas catalanes y sobre todo de una Esquerra Republicana, en modo electoral, tampoco podemos esperar apoyos a unos presupuestos de salvación nacional. Estos tampoco creen en el sistema. Solo lo utilizan para sus propios fines, y ya sabemos cuáles son.
Del PP solo podemos decir que si realmente fueran un partido político con altura de miras y con responsabilidad como partido de Estado seguramente apoyarían unos PGE de reconstrucción, pero, me temo, que los populares, nunca desde su creación, han defendido el sistema cuando ellos no detentan el poder político. No hay más que observar el comportamiento de esta formación en los últimos 40 años para afirmar que cuando han estado en el Gobierno se han dedicado a gobernar para las élites y cuando les ha tocado estar en la oposición su política siempre ha sido la de ”cuanto peor mejor” importándoles un bledo el bien común y el interés general. Tampoco ahora van a estar a la altura, en la oposición son un partido antisistema, mal que les pese.
En resumen, otra vez, el futuro de España depende de que Ciudadanos y Podemos sean capaces de sentarse a negociar y de llegar a acuerdos por el interés general.
Pues si, se repite la historia. Si necesitamos que partidos, como Podemos, que fue capaz de impedir diferentes gobiernos socialistas hasta que no impuso a Irene Montero y su pareja Pablo Iglesias en el Consejo de Ministros; o como Ciudadanos que ha aupado a Vox a las instituciones y gobiernan en algunos territorios con estos últimos y con los antisistema del PP, se sienten a negociar para llegar a acuerdos, ¡Qué Dios nos coja confesados!
Pero siempre nos quedará Pedro Sánchez y su capacidad negociadora. Si hay alguien en España capaz de conseguir que estas dos formaciones políticas se sienten e intenten llegar a acuerdos, ese es nuestro actual Presidente del Gobierno. Confiemos en él, otra vez. Sánchez, no sabemos muy bien cómo, siempre es el negociador que tiene un nuevo as en la manga. Como la magnífica jugada que acaba de realizar, dando a las Comunidades Autonómicas lo que han exigido: la gestión y cogobernanza de la pandemia. Eso que pedían desaforadamente durante el Estado de Alarma -el que rechazaron por dos veces el PP y Vox- y que ahora imploran de forma acuciante.
Pues la vida es así, si usted exige la gestión, consigue la gestión y realiza la gestión, asume la responsabilidad de su propia gestión. Matemático. Ah, ellos, el PP y los otros de la oposición, piden una cosa y la contraria: es decir, una fórmula mágica mediante la cual ellos decidan y actúen, pero la responsabilidad de lo decidido y actuado por ellos mismos pase a ser del Gobierno Central. ¿Por qué clase de idiotas nos han tomado?. Ya no cuela, queridos amigos. Quien decide, responde. Mejor quédense con la fórmula de Sánchez, señores: todos unidos, sin intereses partidistas por el medio, venceremos a la pandemia y a sus consecuencias económicas, sin dejar a nadie atrás. Empiecen a pensar en España y en los ciudadanos españoles y así quizá podríamos considerarles un partido capaz de volver a gobernar la nación algún día.