El portavoz del Grupo Parlamentario Socialista, Ángel Gabilondo, ofreció a la presidenta madrileña del PP Isabel Díaz Ayuso su disposición y su apoyo para que la Comunidad de Madrid actuara con unidad y lealtad para salir de la crisis del coronavirus. Sin embargo, la respuesta de la líder popular no solo ha sido negativa, sino que ha atacado duramente al Gobierno de Pedro Sánchez, culpándole de absolutamente todas las trágicas consecuencias de la llegada del Covid-19 a España. Díaz Ayuso ha dicho en la cámara regional que su mayor error fue “confiar en un Gobierno que se ha ufanado de usar la mentira para llegar y permanecer en el poder (…) reconozco mi error: fiarme de la izquierda”. Con su inflamado discurso, la dirigente popular que está en el poder gracias a los votos de la ultraderecha, a quien se siente muy cercana, rompe todos los puentes de colaboración y podría suponer un punto de inflexión en la política regional y nacional en estos graves tiempos. A pesar de todo, el portavoz socialista sigue con la mano tendida.
Isabel Díaz Ayuso parece que ha vuelto a la ‘casilla de salida’. O quizás nunca se movió de ella. Así se desprende de su inflamado discurso en la sesión parlamentaria de la Asamblea de Madrid donde la presidenta del PP ha asegurado que “las manifestaciones del 8 de marzo, Día de la Mujer, multiplicaron hasta la previsión de 30.000 posibles contactos”. Así, sin datos que respalden esta afirmación ha sido la forma de la presidenta de dar explicaciones.
El resto de su discurso ha ido subiendo de tono hasta llegar a afirmar que la izquierda solo actúa para “politizar el dolor” y les ha acusado gravemente afirmando que “a numerosos políticos de la izquierda no les ha importado la gente, sino usar la desgracia para justificarse en el poder”.
Con este discurso, la presidenta regional madrileña rompe prácticamente todas las opciones de que en la región se pueda siquiera empezar a debatir una respuesta unitaria a la salida de la crisis. Y eso que enfrente tiene al portavoz socialista, Ángel Gabilondo, insistiendo en tender su mano y en ofrecer su ayuda para aprobar unos presupuestos de reconstrucción que tengan por objetivo único la superación de la crisis sanitaria y económica.
Díaz Ayuso ha afirmado en la cámara regional que “no debimos confiar en un Gobierno que se ha ufanado de usar la mentira para llegar y permanecer en el poder (…) reconozco mi error: fiarme de la izquierda. Les aseguro que no volverá a ocurrir”.
Y ha continuado con ese tono durante toda su alocución acusando al Gobierno de España de ser el principal responsable y causante de todo lo que ha pasado durante la pandemia en estas últimas seis semanas. Ha acusado al Ejecutivo de Sánchez de “inoperante, insolvente, listo para ordenar con desorden y mandar sin gestionar” y de ejercer una política “errónea y liberticida”.
La autocrítica a su gestión como la responsable del Gobierno de la región más golpeada de España simplemente no ha existido. El resumen de su discurso ha sido: todo lo bueno ha sido producto de la gestión de su Ejecutivo y todo lo malo ha sido producido por el Gobierno de España. Así se lo ha reprochado un sorprendido portavoz socialista por la dureza de las posiciones de la presidenta.
Sin embargo, Isabel Díaz Ayuso no ha dicho ni una palabra de porqué las residencias de ancianos de la Comunidad de Madrid, gestionadas por el Gobierno regional en manos del PP desde hace décadas estaban en una situación de precariedad insultante. Tampoco ha querido dar cuenta de porqué los hospitales públicos de la región estaban en unas condiciones pésimas para enfrentarse a la pandemia, a pesar de que es gestión autonómica también desde hace décadas.
Tampoco ha querido responder en profundidad porqué Madrid estuvo más de dos semanas esperando al primer avión con material que dijo la presidenta haber comprado. No ha dado cuenta de si todo lo que se ha gastado en material sanitario finalmente ha terminando llegando.
Tampoco ha respondido qué ha hecho la Comunidad con los más de medio millón de test que le proporcionó el Gobierno central, de los que sólo se han usado unos miles de ellos. Nadie sabe dónde está el resto.
Todos los esfuerzos de la presidenta de la Comunidad de Madrid se han centrado en atacar a la oposición. Esa es la estrategia política de una presidenta que llegó al poder de la mano de Ciudadanos y de Ignacio Aguado; con la colaboración indispensable de la ultraderecha de Vox, liderada por Rocío Monasterio.
Poco le importa a Ayuso que no fuese la candidata más votada, que necesitara una “coalición de perdedores”, como se refiere su partido a este tipo de Gobiernos de coalición. Su objetivo es atacar, generar confrontación y negar la ayuda ofrecida.
Mientras, los madrileños y las madrileñas, aquellos que la votaron y los que no, siguen esperando a ver, ya casi sin ninguna esperanza, si sus representantes políticos pueden dejar sus retóricos discursos guardados en el cajón y se ponen a negociar unas medidas que son de vital importancia para la ciudadanía.