Alguien escribió hace unos días, no recuerdo ni quien ni donde, que el gran drama, mejor tragedia, de este país empezará cuando se abran las puertas de las casas, el olor a muerte salga a las escaleras donde volverán a encontrarse y penetren otra vez en sus cuerpos las rencillas domésticas por un quítame allá esa bolsa de basura y el odio alimentado desde las balconadas de las sedes de determinados partidos.
La gran tragedia llegará cuando se agoten los aplausos, se baje el telón del gran Teatro del Mundo que describió Pedro Calderón de la Barca, y los actores-héroes se retiren a sus lares recibiendo el premio o el castigo según hayan actuado. En ese momento empezará el desfile del retablo de las maravillas cervantino y cada uno verá al Rey desnudo o vestido de Capitán General según su interés particular. Será entonces cuando los españoles decidamos si queremos vivir en el siglo XXI o si volvemos al XIX, al año de la gran peste, o al XX, a la gran crisis de 1930 que culminó en España con la Guerra Civil y en el mundo con la Segunda Guerra Mundial.
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Un artículo de Concha Minguela
En una época extremadamente complicada y peligrosa a escala mundial y con todos los países cerrando filas en torno al Gobierno que le ha tocado gestionar esta imprevisible y desconocida crisis sanitaria, económica y social, aquí calumniamos y convertimos el COVID19 en un programa electoral basado no en ideas, sino en el guión para un espectáculo teatral.
Tan teatral y espectacular que la starlet que preside la Comunidad de Madrid, una vedette llamada Isabel Díaz Ayuso, convirtió la llegada de un avión con material sanitario en un posado, sin mascarilla para lucir sonrisa, -de qué se ríe en estos días de dolor, sufrimiento y muerte la señora presidenta? En vez de asistir puntual, como el resto de sus colegas autonómicos, a la decisiva reunión para el país convocada por el presidente Sánchez, llegó dos horas tarde por lucir palmito al pie de un avión que ni la trajo ni la llevó, en una pista de aterrizaje y sin respetar ni el aislamiento que sufrimos todos los españoles ni las más elementales normas de seguridad sanitaria. Después nos pedirá a los demás que nos quedemos en casa.
Un artículo de Juan Antonio Sacaluga
Esta es la imagen irresponsable que retrata a un partido, el PP, que pide responsabilidad a un Gobierno al que acusa de mentir y engañar a los españoles con unas cifras que no son suyas, sino que las aportan las CCAA, incluidas aquellas en las que gobierna su partido, y que reflejan las cuentas de las instituciones sanitarias, excepto las residencias de ancianos que esos número los ha escondido hasta el final la presidenta Diaz Ayuso.
Pero es evidente que el señor Casado, el señor Abascal y sus adláteres son dignos herederos de ese jarrón chino que aspira a salir de la basura de la historia donde le metieron sus mentiras, unas mentiras que llevaron al mundo a una guerra basada en falsas razones y que ha causado y todavía causa, millones de muertos. ¿Cómo tiene el señor Casado la desvergüenza de hablar de muertos cuando su partido los tiene en su mochila desde el año en que llegó su mentor a presidir el Gobierno con el apoyo de un corrupto enano independentista que no hablaba castellano?
Estos señores de la derecha, tan aficionados a repetir esa frase de que un país que olvida su historia está condenado a repetirla, parece que han perdido su memoria histórica y ya no recuerdan las guerras de sus antepasados, a pesar de ser muy recientes, por cierto. Ignoran ellos y sus consejeros aúlicos, que la mayoría de los españoles ni las hemos olvidado ni queremos repetirlas.