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"Lo que la oruga llama 'el fin', el resto del mundo lo llama 'mariposa'."

España necesita una derecha civilizada

España necesita una derecha civilizada

Políticos de nuevo cuño y poca experiencia vienen afirmando en los últimos cinco años que la división entre la derecha y la izquierda no tiene ya razón de ser en España ni en el mundo. Se trata de una intencionada confusión mental. Hoy, las clases trabajadoras están en un proceso de explotación creciente que creímos superado durante las décadas de los ochenta, noventa y primeros años dos mil. Concretamente, los gobiernos conservadores de Aznar y Rajoy, se encargaron de retroceder notablemente los logros laborales y derechos civiles adquiridos tras la muerte del dictador, y que con tanto ahinco trajeron los gobiernos socialistas de González y Zapatero. Una gran parte de la llamada clase media, de los noventa, ha visto como se convertía en "clase pobre", o en trabajadores que no llegan a fin de mes, excluidos sociales en paro y sin prestaciones. Al tiempo que el poder y la riqueza se acumulaba en las élites, defendidas por los partidos de la derecha. Hoy más que nunca, la ciudadanía debe saber que los autodenominados partidos de centro, Ucd, Cds, UpyD, o más reciente Ciudadanos, incluso de centro derecha, PP, han acabado arrastrados por las políticas de la extrema derecha racista, xenófoba, homófoba. Aquí intentamos explicarlo.

Imagen de una derecha más moderada con Rajoy, Semper,, Alonso, Basagoiti...


Evidentemente desde la Revolución Francesa (origen de esta división entre izquierda y derecha) a hoy las sociedades han evolucionado, pero aún después de más dos siglos, los partidos políticos mayoritarios en los países occidentales se dividen básicamente -por mucho que algunos líderes intenten negarlo-, entre los que defienden los intereres de la mayoría y los que defienden sólo los privilegios de las élites. Así de sencillo. Lo colectivo frente a lo privado. Suele suceder que se nos acusa de simplificar en exceso esta cuestión, pero en nuestra opinión, simplificar es el arte de la comunicación. La experiencia nos dice que si los humanos aprendiéramos a simplificar cosas complejas, las soluciones serían mucho más rápidas y eficaces.

Resumiendo, en España siempre han existido partidos que históricamente han intentado defender los derechos de las capas más desfavorecidas, antes eran jornaleros, después obreros, ahora profesionales, etc. En contraposición a ellos, otros partidos -de la derecha- cuya razón de ser siempre fue y será, mantener y acrecentar la riqueza y privilegios de las élites. La sociedad evoluciona, el tejido productivo también, el “pueblo llano” en la España actual tiene un perfil socio económico muy diferente al de nuestros compatriotas de los siglos XIX y XX. A su vez los integrantes de las élites sociales también han cambiado. Entre los primeros ya no existen tantos jornaleros ni obreros en sus acepciones primigenias, pero siguen siendo en su mayoría trabajadores por cuenta ajena y algunos detentores de pequeños negocios y oficios propios de “subsistencia”. Entre los segundos puede que ya no sean los “terratenientes” pero siguen siendo los propietarios de la mayoría de los grandes grupos industriales, sociedades digitales y de la información, grandes entidades financieras y especuladoras.

Primero fue Alianza Popular, de Fraga -herederos directos del Movimiento y de Franco- y posteriormente el PP, de Aznar, los que iban adaptando sus discursos al tono de la familia popular europea, para intentar captar votantes de esta nueva clase social emergente.

En este punto es donde resulta complejo explicar por qué las mayorías obreras o trabajadoras, o profesionales por cuenta ajena, no hacen ganar siempre elecciones a partidos políticos de izquierdas que las defienden. Ya que somos muchísimos más, con diferencia.

Una humilde aproximación puede ser que las derechas españolas que en sus inicios, después de la Transición, seguían teniendo un gran poso franquista, ya empezaron a evolucionar de manera sólo cosmética. El objetivo era convencer y atraerse a una gran clase media aburguesada que emergió a partir de los años 80 en nuestro país, -con los gobiernos socialistas de González. Les lanzaban mensajes de que "todos podíamos ser ricos y empresarios". Primero fue Alianza Popular, de Fraga -herederos directos del Movimiento y de Franco- y posteriormente el PP, de Aznar, los que iban adaptando sus discursos al tono del Grupo Popular Europeo, para intentar captar votantes de esta nueva clase social emergente -nuevos ricos, constructores, autónomos y obreros que aspiraban a tener su negocios- en la que sus miembros ya no tenían conciencia de pertenecer a la anteriormente llamada clase obrera.

Casi sin darnos cuenta, fue al final de la década de los noventa y a partir de la crisis económica glogal, cuando las grandes corporaciones financieras internacionales y los poderes fácticos mundiales dieron el gran cambiazo paradigmático a nuestras sociedades del bienestar en los países más avanzados. Sabían que estaban haciendo casi desaparecer a la clase media en la que se sustentaba el Estado del Bienestar, y ese era el objetivo, para volver al punto de partida en que otra vez una minoría de ciudadanos serían los propietarios de la mayor parte de la riqueza generada, la división entre izquierdas y derechas se vuelve a hacer más patente. Y como venimos diciendo, hoy es más necesario que nunca, distinguirla y posicionarse al lado de quienes defiendan nuestros intereses.

Los Chicago Boys, que aprendieron de las ideas de Milton Friedman y Arnold Harberger se expandieron por el mundo de los negocios, "optimizando empresas" y despidiendo salvajemente para restar derechos a los trabajadores y aumentar la codicia y los beneficios empresariales.

El vivero del ultraliberalismo tiene uno de sus orígenes en Estados Unidos, en los años setenta con los famosos “Chicago Boys” una denominación que hace referencia a los economistas liberales educados en la Universidad de Chicago, donde aprendieron de las ideas económicas de los estadounidenses Milton Friedman y Arnold Harberger. Los Chicago Boys, se expandieron por el mundo de los negocios, optimizando empresas y despidiendo salvajemente para restar derechos a los trabajadores y aumentar la codicia y los beneficios empresariales. Prendió como dinamita en las políticas neoliberales de los Estados latinoamericanos como Chile, Argentina, México, Colombia, Venezuela, que luego fueron alternativamente pasando a gobiernos bolivarianos y así sucesivamente. En España, se notó su efecto con los gobiernos de Aznar, el que nos llevó a la Guerra de Irák, y se sentaba ufano con los pies encima de la mesa de su amigo Bush. El retroceso fue brutal. Posteriormente y ya con el crack del 2008 encima, Rajoy doptó el sistema tomando como excusa la crisis económica para sus ajustes de austeridad suicida y recortes estratégicos. Cuando en realidad esta crisis debería de haber sido aprovechada como “crisis del capitalismo”, al revés de lo que se hizo. Por cierto que Alemania, con el socialdemócrata Schröder durante sus mandatos entre el 98 y el 2005, también se apuntó, aunque en menor medida, a las políticas de la austeridad y recortes para prepararse frente a una crisis, que allí si se vió venir. Ahí comenzó el declive del SPD en Alemania, del que todavía no se han repuesto.

Como efecto colateral a la desaparición de esta gran clase media que era también un gran caladero de votos para los partidos conservadores, han aparecido una serie de partidos radicales de ultraderecha basados con descaro en las fake news que en España arrastran a la derecha y a los liberales.

Por tanto, volviendo a España, como efecto colateral a la desaparición de esta gran clase media que era también un gran caladero de votos para los partidos conservadores, han aparecido una serie de partidos radicales de derecha de índole populista y tramposo que intentan mediante argumentos irracionales pero con gran carga emocional llevarse a su terreno a una gran masa de ciudadanos que han visto empeorar sus situación económica. Esta es la base de grupos políticos como VOX, que siguiendo el ejemplo de otros partidos europeos, hacen de cada frustrado un fanático insolidario y autoritario.

La derecha necesita los votos de aquellos ciudadanos a los que nunca han defendido, más bien al revés, les ha empobrecido con sus políticas de recortes y austeridad. El fanatismo xenófobo y radical de VOX avanza y arrastra al PP que, al menos en algún tiempo intentó emular a una derecha conservadora inteligente y civilizada tipo europea.

A tal punto se han dejado arrastrar, un político sin personalidad propia como Pablo Casado, y una intrusa política como Inés Arrimadas, que han dejado a España sin contrapeso. Sin oposición responsable. Sin partidos conservadores al estilo del grupo popular europeo al que pertenece Merkel, de Alemania, o Juncker, de Luxemburgo, entre otros. Esta derecha, convertida en ultraderecha española, se ha entregado con fervor al mundo de las fake news en redes, bulos, medias verdades, rumores, manipulación de los medios de comunicación, judicialización de la política, etc. Precisamente por esto último, se niegan a renovar los órganos de la Judicatura, entre otros, el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), El Tribunal Supremo(TS) o El Tribunal Constitucional(TC) o incluso en la Junta Electoral Centra(JEC). Con estos órganos y una caverna mediática sin vergúenza alguna y sin complejos hacia las fake news, pretenden bloquear al nuevo gobierno socialista emanado de las urnas.

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