El mejor analista de lo político, que ha tenido la democracia española, no solo de lo electoral, que nunca tuvo un merecido reconocimiento público (no concedía entrevistas, ni daba conferencias, manifestaba su trabajo siempre por escrito y con exclusividad para quien trabajaba, que siempre fueron los mismos ) decía que cuando se abría un proceso electoral cualquier cosa podía suceder, todo puede influir y de forma distinta a como se cree y la victoria siempre se mide por una cosa: gobernar, si esto no se consigue todo lo que se hizo (eslogan, debate, campaña…) estuvo mal, en todo caso la responsabilidad es del estratega no del líder, aunque el líder pagará los platos rotos.
Me refiero al desaparecido Roberto Dorado que, con otros, se dedicó a prepararse para una España con elecciones cuando estas eran para unos un recuerdo muy lejano y para otros un sueño casi imposible. Dorado era poco dado a guiarse por intuiciones, haciendo rigurosos análisis de la racionalidad política para prever comportamientos electorales incluso emocionales. El referéndum de la OTAN, es un digno ejemplo de ello.
El ecosistema político español actual se aleja cada día más de la racionalidad política, y la sociedad es más proclive a los componentes emocionales. Una sociedad que en su liquidez, volubilidad, atiborrada de expectativas insatisfechas, los sentimientos priman en la política la racionalizada del mensaje político queda en un segundo plano y el voto terminan siendo un estertor del último minuto.
La foto electoral del 28 de abril parecía dejar satisfechos a todos, incluso al PP con su batacazo electoral (Cs no les había superado, como el PSOE en el 15 con Podemos). El bloque de la izquierda era, después de muchos años, superior a las derechas. El tema es cómo superar dos culturas de izquierda, que en España son de difícil matrimonio históricamente, en un momento donde las identidades políticas tradicionales son interpretadas al gusto.
El PP parecía había recibido el merecido y esperado castigo por su permanente cohabitación con la corrupción; incluso por razones económicas entraba en una zona de riesgo para su supervivencia. Cs se había acercado a su objetivo de última hora y la extrema derecha no fue para tanto. VOX era realmente lo que preocupaba a muchos electores. Incluso en Cataluña el crecimiento de ERC le permitía bajar del monte y ser influyente por primera vez en la política española, dado el fracaso de la vía unilateral a la nada. Además, con la recuperación del PSC de su espacio político albergaban esperanzas, los más “ingenuos”, de que podría abrirse una vía, no fácil pero transitable, para a medio plazo enfocar la Cuestión Catalana y que esta no se convirtiera en la Cuestión Española.
A unos días de volver a decidir sobre nuestro futuro político solo cabe hacer uso del verso judío de la Torá de no tomar costumbre de llorar por la leche derramada. Las nuevas elecciones nos proporcionan suministro de leche si tenemos una sed verdadera de que España encuentre camino cierto después de estos años de vaivenes.
No obstante, dando importancia relativa a las encuestas, hay cuestiones preocupantes que nos dejan estas en el voto por decidir:
El voto de Ciudadanos que no vaya al PP irá a VOX. Rivera fue en abril una versión dulce e inconsistente e inconsciente del partido reaccionario. Le votaron centristas, derechistas y muchos a los que les parecía muy duro hacer en la primera ocasión el transito desde el PP hacia más allá y siempre predispuestos a comprar españolismo.
Los potenciales votantes de VOX no se consideran franquistas, ni de extrema derecha, pero sí españoles, muy españoles, muy de orden, muy defensores de “lo nuestro”, son los que en los campos de futbol pasan de gritar puto Barça a puto catalán, o vasco o negro o lo que sea, el caso es gritar. Además, son grandes defensores de la virilidad y España mejor una que cincuenta y una.
Esta franja de población, que ha ido creciendo en nuestra sociedad, será un grave problema de futuro, pero ya lo es hoy. Los nombres de los homólogos europeos de VOX se denominan: Alternativa, Interés, Libertad, Unión, Nuestra…manifestaciones claras de la anti política y la exclusión. Dan lecciones de cómo debemos ser y pensar cada uno de nosotros, y no nos equivoquemos no son señoras con mantilla ni caballeros con cachaba entraditos en edad, son jóvenes y con buena formación. Sin duda herederos del reaccionarismo español tradicional y del nacional catolicismo que consideran la democracia un mal necesario y encasillan a los demás como derechistas con complejos, antiespañoles, comunistas, abortistas…por epítetos que no sea. Son esencialmente la negación de los otros. Sin más respuesta al problema catalán que la fuerza (como si eso fuera respuesta a algo), tampoco tienen para los demás problemas de la agenda española. Es indiferente, ellos tienen a ¡España en la cabeza y el corazón! En abril VOX podía haber tocado techo, pero las manifestaciones catalanas, el serial televisivo en el que se han convertido y la actitud sinsorga de Cs y PP les han hecho venirse arriba en las encuestas y la volatilidad de su voto.
Todo lo sucedido desde abril es aceptado como inevitable por los ciudadanos, pero no entendido, ni compartido, con ello los liderazgos personales han sufrido una quiebra en estos meses y solo serán restañables con una gestión eficaz cuando se diluya el bloqueo existente en la política española, pero la extrema derecha está ahí, de momento, no juega a posicionar líderes, si a desgastarlos y ello les da fortaleza.
Tenemos unos días para saber que encuestas, debates, frustraciones, desencuentros y reparos han de quedar al margen, lo esencial es marcar el camino de España.