El flamante nuevo consejero de Vivienda y Administración Pública y ex alcalde de Alcorcón, David Pérez, pertenece al ala más conservadora y retrógrada del PP madrileño; sus posiciones políticas están más cerca de la formación de Rocío Monasterio, Vox, que de las de su propio partido y más aún de lo que propugna Ciudadanos. Por ello, es posible que a lo largo de la Legislatura protagonice enfrentamientos con sus compañeros de Partido y con sus socios de coalición. De hecho, a punto estuvo de dinamitar la investidura de Díaz Ayuso por no conseguir sus intereses personales...
En febrero de este año, con Isabel Díaz Ayuso ya nombrada candidata del PP a la presidencia de la Comunidad de Madrid, la formación conservadora anunciaba a bombo y platillo que el número dos de la candidatura sería David Pérez, ex alcalde de Alcorcón y miembro del Grupo Parlamentario Popular en la Asamblea de Madrid la pasada Legislatura. Desde las filas populares, en un comunicado oficial, se quiso ‘vender’ este fichaje como “una firma apuesta por el municipalismo, la zona sur de la región y las políticas eficaces que suponen bajada de impuestos, creación de empleo, reducción de déficit y mejora de los servicios públicos”.
Sin embargo, la verdadera razón de poner en tan privilegiada posición al polémico ex regidor era que el propio David Pérez amenazó a los dirigentes de su partido a que se uniría a Vox si no le daban la cuota de poder que él pensaba que le correspondía. Quien conoce a Pérez sabe que no es alguien que amenace a la ligera y que su intención de marcharse con los de Abascal era cierta.
David Pérez nunca mantuvo una buena relación con la expresidenta Cristina Cifuentes y, de haber seguido la entonces presidenta del PP madrileño, el consejero hubiera sido apartado de las listas con total seguridad.
Pérez pasó los últimos cuatro años de la anterior Legislatura completamente aislado por sus compañeros en la cámara regional madrileña. Nadie compartía sus continuas salidas de tono que le llevaban a las portadas de casi todos los telediarios. Así sucedió cuando en un congreso de educadores católicos, el regidor alcorconero afirmaba que “a mí siempre me ha parecido muy sorprendente que hayamos llegado al siglo XXI todavía con ese feminismo rancio, feminismo radical, totalitario, vigente, incluso influyendo en las legislaciones” y tachaba a las feministas como “mujeres amargadas y fracasadas”.
En julio de 2016, Pérez volvió a mostrar su lado más rancio al ausentarse de la Asamblea de Madrid para no votar la Ley contra la LGTBfobia que su propio partido apoyaba. De hecho, la Ley de protección integral contra la discriminación por diversidad sexual y de género de la Comunidad de Madrid salió adelante con los votos de todos los grupos parlamentarios.
Su cerrazón contra el colectivo LGTBI viene de lejos ya que como alcalde de la localidad madrileña de Alcorcón nunca consintió que se celebrase el Orgullo Gay y se oponía a que la bandera arcoíris colgara del balcón del consistorio.
En el consistorio fue reprobado en seis ocasiones por sus ataques machistas o por sus declaraciones antiabortistas al afirmar que el aborto es “una sala de ejecución de cientos de miles de niños”. En lo económico, Pérez presume de haber dejado el ayuntamiento madrileño con menos deuda de la que se encontró, pero los datos oficiales le desmienten y según las cuentas del Ministerio de Hacienda el consistorio ha pasado de tener 127 millones de deuda en 2011 a más de 300 millones en este 2019.
A pesar de su mala gestión política y de sus extremistas posiciones ideológicas, David Pérez siempre ha sabido moverse bien en su partido para sobreponerse a todos los golpes. Tras la marcha de Mariano Rajoy, se posicionó a las primeras de cambio junto a Pablo Casado y ahora está cobrando su apoyo.
Con el empuje de Vox, que le ha quitado buena parte de su electorado al PP, situar a David Pérez como número dos en Madrid suponía para el Partido Popular madrileño un remedio para taponar esa huida de votantes hacia el partido de Abascal.
David Pérez siempre fue el ‘ojito derecho’ de Esperanza Aguirre en la Comunidad de Madrid, donde lleva 20 años ocupando diversos puestos. Ha sido diputado regional, portavoz del grupo parlamentario entre 2007 y 2011, y alcalde de Alcorcón. Además, su partido le situó al frente de la Federación Madrileña de Municipios. Por eso, con la llegada de Cifuentes se refugió hasta que llegaran mejores momentos para él. Esos momentos han llegado, aunque no sin sobresaltos.
Tras superar la sesión de investidura, la nueva presidenta, Isabel Díaz Ayuso, fue anunciando en los medios a sus futuros consejeros. Se hizo público que Enrique López sería el encargado de la macroconsejería de Justicia, Interior y Víctimas del Terrorismo; también se supo que Javier Fernández-Lasquetty se haría con la cartera de Hacienda y Función Pública; y que María Eugenia Carballedo sería la nueva consejera de Presidencia.
David Pérez aparecía en todas las quinielas, pero pasaban los días y no se conocía su destino final. El pasado lunes, cuando la presidenta prometió su cargo en la sede del Gobierno Regional se supo que por la tarde se anunciaría el Ejecutivo completo. Pero se tuvo que retrasar ese anuncio porque Pérez entró en cólera cuando se enteró que se quedaba fuera del Gobierno. La consejería de Vivienda estaría en manos de Ana Camins. Su enfado fue tan mayúsculo que fuentes populares afirmaron que “está fuera de sí y la está liando”. Posiblemente amenazó con marcharse y dejar al PP sin la exigua mayoría que le ha permitido mantener el poder en Madrid. El caso es que sus presiones hicieron efecto y finalmente, se le ha situado en la Consejería de Vivienda y Administración Pública.
Ahora David Pérez gestionará la cartera de Vivienda de la Comunidad de Madrid, a pesar de que siendo regidor de Alcorcón dejó a 100 ancianos en la calle por el denominado Plan Permuta, dejó en quiebra Emgiasa (Empresa Municipal de Gestión Inmobiliaria de Alcorcón), y no construyó ni una sola vivienda protegida.