Cristóbal Balenciaga bació en Getaria, Guipúzcoa, en 1895. Siendo niño, se inició en el oficio de manos de su madre, que cosía para las familias destacadas de la zona, entre ellos, los marqueses de Casa Torres, que pasaban los veranos en el palacio Aldamar, en la localidad guipuzcoana, también conocido como Vista Ona. Fue allí donde el joven entró en contacto con el gusto de la élite aristocrática y donde pudo admirar trajes y telas procedentes de las mejores sastrerías y tiendas de moda de Londres y París. Esta excelente introducción al mundo de la moda y del arte, unida a su extraordinaria sensibilidad, fue lo que le llevó a dedicar su vida al diseño desde una edad muy temprana.
Eloy Martínez de la Pera ha escogido para esta muestra un total de 90 piezas de indumentaria procedentes del Cristóbal Balenciaga Museoa de Getaria, el Museo del Traje de Madrid y el Museu del Disseny de Barcelona, así como numerosas colecciones particulares, muchas de ellas nunca antes expuestas.
Respecto a las pinturas, se ha seleccionado un conjunto de 55 cuadros prestados por museos de ámbito nacional como el Museo del Prado, el Bellas Artes de Bilbao o el Lázaro Galdiano, por fundaciones privadas como Santander y Casa de Alba, por colecciones como BBVA y por otras colecciones privadas como las de Abelló o Alicia Koplowitz. En esta colección podemos encontrar pinturas de El Greco, Velázquez, Murillo, Carreño de Miranda, Zurbarán, Goya, Madrazo o Zuloaga.
Las referencias al arte y la cultura española estuvieron siempre presentes en el trabajo de Cristóbal Balenciaga. Las líneas simples y minimalistas de los hábitos religiosos o el volumen arquitectónico de estos tejidos son una constante en muchas de sus piezas. El aire de la bata de cola de una bailaora flamenca que se deja ver en los volantes de algunos vestidos, los brillos del traje de luces de un torero trasladados con maestría al paillete bordado de una chaqueta bolero, o la estética de la indumentaria en la corte de los Austrias reflejada en las negras telas aterciopeladas adornadas con azabache de sus creaciones, son solo algunos ejemplos.
El recorrido por las salas se rige por un orden cronológico a través de las pinturas, a las que acompañan los vestidos vinculados a cada estilo o a cada pintor. Son conexiones basadas en elementos conceptuales, en formas y volúmenes, en complicaciones cromáticas, las que dan lugar a un fascinante diálogo entre moda y pintura, entre la creatividad del genial modisto y sus fuentes de inspiración.