Esta ley no escrita es la que están vulnerando nuestros representantes. Municipales, autonómicos y nacionales. Esos votos los están utilizando en aras de alcanzar un poder que responda a sus ambiciones personales y no al mandato electoral. El bochornoso espectáculo al que estamos asistiendo, protagonizado por Pablo Casado, Albert Rivera y Santiago Abascal, es cualquier cosa menos respeto a la democracia. Los pactos, acuerdos y componendas a las que están llegando los tres partidos para repartirse el poder que no les pertenece, es una adulteración del proyecto con el que fueron elegidos.
¿Alguien ha dado sus votos al PP o a Cs para que gobierne con el programa de VOX? No es un sinsentido que la fuerza menos votada, VOX, robe ese poder a sus legítimos dueños para dárselo a quienes satisfagan sus intereses espurios? Es legal, cierto, pero lo legal no siempre es justo ni democrático. Y quienes alcancen la bola del poder gracias a esos amaños deben saber que no ostentan el poder, lo detentan. Y lo detentan porque no dijeron a sus propietarios cual iba a ser el destino final de sus votos.
Todos aquellos que hayan arrebatado la vara de mando a sus legítimos propietarios apoyándose en partidos directamente vinculados al fascismo más castrante, deben saber que ese poder oficial no les sirve de nada porque no lo podrán ejercer. Son rehenes de VOX y tendrán que gobernar al dictado de los intereses de la extrema derecha. Van a ser teloneros siempre temerosos de que les quiten el disfraz si no cumplen las órdenes de quienes les ha colocado ahí. Y el primer misterio doloroso del rosario que reza Abascal ya ha empezado. No harán presidenta de la Comunidad de Madrid a Isabel Díaz Ayuso hasta que gobiernen el Ayuntamiento de Madrid y la Comunidad. Con estos chantajes, pueden decirnos Ayuso y Almeida el motivo de sus triunfales risas. ¿De qué se ríen? No es para tomar a risa el hecho de que Casado, Rivera y sus líderes hayan inoculado en la democracia española el virus del fascismo. Y en esta condición pasarán a la Historia de España.