La diputada del PSC, Meritxell Batet ha sido elegida la nueva Presidenta del Congreso de los Diputados con 175 votos en segunda votación, que requiere de una mayoría simple. Batet en segunda votación se ha impuesto con Ana Pastor quien ha obtenido 125 votos. Así Batet se convierte en la primera mujer socialista en presidir la Mesa del Congreso.
Meritxell Batet ha prometido que la Mesa de la Cámara Baja actuará con imparcialidad y a su vez ha exigido a los diputados que se conduzcan con respeto y sin gritos. Todo esto lo ha dicho cuando los diputados de la derecha y de la extrema derecha,Ciudadanos y Vox, estaban golpeando sus escaños y gritando contra los independentistas por las diversas formas de hacer sus “juramentos”. También ha contestado a la exigencia de Albert Rivera de que no se podían tolerar los diferentes juramentos, “todos los acatamientos se han producido conforme a la jurisprudencia del Tribunal Constitucional”, ha dicho y ha aclarado que ejercerá la Presidencia para que en todo momento “haya respeto a la Constitución y respeto al otro”. También ha pronunciado un discurso donde ha asegurado que esa presidencia será imparcial pero no neutral, y que respetará las opciones y derechos de todos los grupos políticos.
La nueva Presidenta del Congreso, la tercera autoridad del Estado ha hecho un discurso solemne y plagado de llamadas a la pluralidad y al respeto a todos. Ha hecho un llamamiento a todos sus compañeros a preservar su función constitucional sin degradar ni banalizar la actividad parlamentaria ni convertir el hemiciclo en un lugar de espectáculo público. “La democracia, desde la creación ateniense siempre ha tenido algo de espectásculo pero ese espectáculo no debe ser el de los gritos y la falta de respeto, sino el de la fina inteligencia y cuando se pueda, la brillantez oratoria y la defensa leal de las posiciones políticas. Lo otro rebaja a los representantes y ofende a los representados", ha continuado la flamante presidenta del Congreso, de 46 años. La primera socialista que preside un Congreso de los Diputados.
Meritxell Batet que se había quedado a un voto de ser elegida presidenta en la primera vuelta, imponiéndose a Ana Pastor (PP), Sara Giménez (Ciudadanos) e Ignacio Gil Lázaro (Vox), salió por amplia mayoría en la segunda vuelta. La socialista catalana, candidata pactada por el PSOE y Unidas Podemos han logrado un total de 175 votos, lo que implica que ha obtenido apoyos del PNV, Coalición Canaria, PRC y Compromís.
Los diputados y diputadas del Congreso también han votado las cuatro vicepresidencias de la Cámara siguiendo el mismo procedimiento que el anterior. Por tanto, se convierten en vicepresidentes de la Cámara Baja: María Gloria Elizo Serrano, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, Ana Pastor y José Ignacio Prendes. De esta manera, Podemos PSOE, PP y Ciudadanos se reparten las vicepresidencias del Congreso de los Diputados. Los cuatro miembros restantes de la mesa son Gerardo Pisarello, Sofía Hernanz, Adolfo Suárez Illana y Patricia Reyes, se convierten en los nuevos secretarios de la Cámara Baja.
Batet: "El poder legislarivo es una de las piezas fundamentales de nuestro Estado de Derecho"
La presidenta del Congreso de los Diputados para la XIII Legislatura pronunció a continuación unas palabras ante los diputados, en el que subrayó que "el poder legislativo es una de las piezas fundamentales, seguramente la más importante, de nuestro Estado de Derecho".
"De su autonomía frente a otros poderes, de la suficiencia de los medios de que dispone para realizar su labor de legislación y control, de la dignidad de la institución y sus miembros, depende en gran medida lacalidad de nuestra democracia. Somos nosotros, los diputados y diputadas, los más interesados y los más obligados a preservar la función constitucional de la Cámara, a no degradar a los representantes ni banalizar la actividad parlamentaria", subrayó.
Una vez concluida su primera intervención como presidenta en el Hemiciclo, Batet declaró constituido el Congreso y levantó la sesión, para después comunicárselo al Rey, al Senado y al Gobierno.
A continuación reproducimos íntegro el primer discurso de la nueva Presidenta del Congreso de los Diputados:
Señorías, señoras y señores, Empiezo con la tradicional pero profundamente sincera expresión del agradecimiento, mío y de toda la Mesa, por la confianza que hoy nos han otorgado. Es también tradición que la primera intervención de la Presidenta destaque las principales necesidades de nuestra sociedad y las tareas fundamentales que corresponden al Congreso. Y, por último, trataré de respetar la tradición de brevedad
de esta intervención.
Formar parte de la Mesa del Congreso es un honor y una responsabilidad que todos nosotros agradecemos. En política funcionamos a crédito, en cada elección recibimos, por adelantado, un depósito de confianza. De modo que la aceptación del cargo conlleva el reconocimiento de la deuda, y también la voluntad de devolverla con intereses.
Esa devolución consiste en el cumplimiento riguroso y entregado de nuestra misión institucional que es el gobierno interior y la representación externa de la Cámara en su conjunto. Lo que nos obliga a ser siempre imparciales. Imparciales a la hora de proteger los derechos de todos los diputados y diputadas por igual. Sin embargo, el gobierno de la Cámara no debe, ni puede, ser neutral en todo aquello que afecte a la misión constitucional del Congreso.
El poder legislativo es una de las piezas fundamentales, seguramente la más importante, de nuestro Estado de Derecho. De su autonomía frente a otros poderes, de la suficiencia de los medios de que dispone para realizar su labor de legislación y control, de la dignidad de la institución y sus miembros, depende en gran medida la calidad de nuestra democracia. Somos nosotros, los diputados y diputadas, los más interesados y los más obligados a preservar la función constitucional de la Cámara, a no degradar a los representantes ni banalizar la actividad parlamentaria. Desde su creación ateniense la democracia siempre ha tenido algo de
espectáculo, pero ese espectáculo no debe ser el de los gritos o la falta de respeto, sino el de la fina inteligencia, la brillantez oratoria y la defensa leal de las posiciones políticas. Lo otro rebaja a los representantes y ofende a los representados.
Son muchas las necesidades de una sociedad como la española. Las generadas por la globalización, el cambio climático y el cambio tecnológico, la desigualdad y la pobreza de una parte importante de nuestra ciudadanía, son algunas de las más evidentes. Son muchos los objetivos que tenemos por delante para hacer una España más libre, más justa socialmente, más próspera, más feminista y con más seguridad y confianza en su futuro. No siempre está al alcance de la política solventar esas necesidades y alcanzar esos objetivos con la urgencia y la eficacia deseables, pero no encontrarán solución sin la acción conjunta y coordinada de todos, y eso es la política. Porque la democracia no es solo contraste y confrontación, sino principalmente construcción de amplios consensos. Por eso es fundamental que preservemos la deliberación racional y respetuosa como cauce del acuerdo. Y eso vamos a hacer
El Parlamento es el lugar de la palabra y de la representación. Y conviene que ambas coincidan. Somos la expresión plural y diversa de una sociedad plural y diversa, en España en su conjunto y en cada uno de sus territorios. Y, más allá de la comprensión simbólica del mandato de cada diputado, ninguno de nosotros, individualmente, ni ninguno de nuestros partidos por sí solo, representa en exclusiva a España, ni a ninguno de sus territorios, ni a la voluntad de toda la ciudadanía . Cada uno de nosotros somos del pueblo, pero ninguno somos el pueblo. Nadie debería arrogarse una representación que no tiene. Siempre, y en todas partes, hay un otro legítimo y distinto, al que solo podemos exigir el respeto a la ley. Solo cuando el Congreso habla con voz unánime deberíamos decir, y aún con cautela, que expresa la voluntad del pueblo, de todo el pueblo.
Sólo cuando habla desde un amplio consenso, podemos afirmar que nos acercamos a esa aspiración. Este es un primer ejercicio de honestidad y transparencia que nos ayudaría mucho a todos a cumplir eficazmente con nuestra misión. No hay atajos para nuestra labor como representantes. El camino es la ley, la razón y el trabajo, solitario y en común. No recibimos España en estado de naturaleza, sino mejorada por el trabajo de las generaciones que nos precedieron. La historia reciente de España y de toda Europa es una historia de conquistas de paz, de bienestar, de igualdad y de convivencia. De una sociedad que quiere construir un futuro compartido. Ese es el legado de nuestros mayores.
No es exclusivamente para nosotros, sino también para las españolas y españoles que vendrán después de nosotros. Por eso no tenemos derecho a disponer caprichosamente de él, sino que estamos obligados a preservarlo y mejorarlo. De la herencia recibida forma parte un gran pacto de convivencia: nuestra Constitución. Fortalecer, ampliar y hacer efectivo ese pacto es la tarea de cada generación, hoy de la nuestra. Estoy segura de que sabremos dejar a quienes vengan después una España todavía mejor de la que hemos recibido".