La noche de este martes se recordará por el llamado "debate decisivo" que enfrentó a los cuatro líderes políticos que se juegan la presidencia del Gobierno de España el próximo 28 de abril. Pedro Sánchez, Pablo Iglesias, Albert Rivera y Pablo Casado tuvieron alrededor de dos horas de minutos televisivos en horario de máxima audiencia para expresar ante los ciudadanos sus proyectos. También tuvieron tiempo para afear a sus contrincantes políticas pasadas y presentes. El ruido y la tensión también llegó, como en el anterior debate, con mentiras dirigidas todas al mismo blanco, Pedro Sánchez, por parte de las dos derechas del debate. Pero, el presidente del Gobierno ya conocía por donde irían los tiros y pudo defenderse holgadamente. Además, el secretario general del PSOE tuvo en varias fases del debate a un aliado muy valioso, Pablo Iglesias. El espectáculo televisivo fue como un partido de fútbol, con prorroga y penaltis incluidos. Y al final, el ganador fue el que lidera las encuestas y es el actual jefe del Gobierno de España, Pedro Sánchez.
Tras el debate en Atresmedia y sobre las doce de la noche, el presidente del Gobierno, Secretario General de los socialistas y candidato, Pedro Sánchez, era recibido de forma apoteósica en la sede de Ferraz. Abarrotada de juventudes socialistas, militantes venidos de muchas agrupaciones y distritos de Madrid, así como todos los fontaneros, miembros de la organización, etc, Sánhez llegó a su casa triunfal y diciendo. "Ahora sí, yo creo que ha quedado claro, ¿no?, hemos ganado el debate y el próximo 28 de abril vamos a ganar las elecciones, pero bien". Sanchez recordó que el riesgo de que las tres derechas, PP, Ciudadanos y Vox, si suman "van a hacer en España lo que están haciendo en Andalucía. Y el riesgo es real". Sánchez insistió en que hay que movilizarse "porque estamos muy cerca de hacer algo histórico. Muy cerca de que después de años, el Psoe vuelva a gobernar a España para ofrecer estabilidad y recuperar un país que tiene que caminar hacia más justicia social, hacia más convivencia, verdad y limpieza en la forma de hacer política"
La tensión había sido enorme en las últimas cuarenta y ocho horas, porque Sánchez se había visto forzado a aceptar dos debates, en días consecutivos, el primero en la Televisión Pública, y el segundo en Atresmedia. Del primero en RTVE había salido, regular, ya que no se esperaba la batería de mentiras lanzadas sin decoro, por patre de sus dos contrincantes, Pablo Casado, lider del PP y sobre todo de un desatado Abert Rivera, a la desesperada y sin nada que perder. El líder naranja, desde el minuto cero se le tiró al cuello del presidente socialista, utilizando la premisa falsa de que "había negociado y aceptado ya las 21 condiciones impuestas por los golpistas", refiriendose a Torra, Rufián, Junqueras, como si fueran auténticos delincuentes y apestados políticos y no líderes elegidos democráticamente por los catalanes.
Así que, con la lección aprendida, de entrada Sánchez, en su primera intervención lo dijo alto y claro. "No es No. No he aceptado ningún punto de las exigencias indpendentistas que estén fuera de la Constitución". Reconoció que, como es público y notorio, su equipo y él negociado mantuvieron grupos de trabajo y negociación, siempre dentro del marco de la ley y la Constitución. Pero insistió de forma rotunda, clara, contundente: "bajo mi mandato no habrá nunca independencia ni un Referendum. Jamás es jamás. Miente y es falso lo que dice". Sánchez volvió a protagonizar su minuto de gloria al volver a recordar a Casado que "para las mujeres un "No es NO y sólo si hay un sí explícito y hasta el final, es si". Casado, incòmodo y noqueado quiso salir por peteneras y solo se le ocurrió decir que "él era feminista porque era hijo de mujer, esposo de mujer y padre de niña". Esta frase, para las feministas en redes sociales se convirtió en meme y objeto de bufa.
Anteriormente, en el debate de Atresmedia, conducido por su periodista estrella, Ana Pastor, de La Sexta, y Vicente Vallés, de Antena 3, los rígidos esquemas del debate anterior en RTVE, desaparecieron y se permitió a los cuatro líderes políticos debatir con cierta flexibilidad sobre numerosos aspectos: Economía, vivienda, cuestión territorial, pensiones, posibles pactos, etc. Los telespectadores pudieron comprobar dónde se encuentra cada uno de los partidos, qué defiende para el futuro, qué hizo en el pasado y cómo. El debate comenzó con un Pedro Sánchez mucho más preparado para defenderse que el día anterior, con fuerza y la predisposición de no dejar sin contestar ni una sola de las muchas mentiras que vertieron sobre él tanto Pablo Casado como Albert Rivera. Por eso sus primeras palabras, que fueron tomadas a guasa por Rivera y Casado, acusandole de mentir a los españoles, repitió el mensaje en varias ocasiones después: "Que quede claro y rotundo que yo nunca he pactado con los independentistas, y cuando digo no es no y cuando digo nunca es nunca", Así de contundente empezó el debate y asì lo terminó para decirle claramente a los electores que por mucho que dijeran una mentira sus contrincantes políticos no se iba a convertir en verdad.
Albert Rivera afrontó su participación en los dos debates de una forma agresiva, faltona y utilizando sin piedad también los datos falsos y la mentira, pero no sólo con el presidente Pedro Sánchez sino también con el que le disputa el voto de la derecha, el presidente del PP, Pablo Casado. Si en el primer debate muchos le dieron como ganador por su excitación, en la noche de este martes puso sobre el escenario una sobre actuación demasiado evidente. Pero no se esperaba que esta vez el líder socialistas venía con el escudo puesto. El presidente de Ciudadanos quiso regalar a Sánchez un copia de su Doctorado y Sánchez le devolvió el "regalo envenenado" con el libro de Santiago Abascal, líder de la ultraderecha de Vox que no estaba presente en el debate. Pero Rivera no solo atacó a Sánchez, también se enzarzó con Pablo Casado de una forma feroz ante el regocijo de Sánchez que evidenció en varias ocasiones la carrera por las primarias entre la derecha, y por acercarse lo mas posible a los postulados de la extrema derecha de Vox.
En esta ocasión, Sánchez sí consiguió hacer aterrizar en el plató a Vox y sus disparatadas e involucionistas medidas, en materia de aborto, contra la homofobia, su xenofobia, y la escandalosa negación de ls violencia de género. Sacó un documento denunciado por la UGT en Andalucía donde se evidenciaba una "caza de brujas" exigida por Vox y aceptada por el "gobierno de Moreno Bonilla, contra los trabajadores sociales contratados por la Junta para luchar contra la Violencia de Género y atender a las mujeres maltratadas". Ante este golpe de efecto, tanto Rivera como Casado, enmudecieron y quedaron noqueados.
Por su parte, el popular Pablo Casado también mejoró su actuación respecto al debate del lunes pasado, aunque no logró su propósito que era dar una imagen de presidenciable. Se perdió nuevamente en los datos económicos que rápidamente fueron desmentidos por los medios en el denominado "check fact". El presidente de los populares tenía entre sus objetivos presentar a Pedro Sánchez como el socio de los independentistas y volvió a fracasar. Todo el mundo sabe, insisitía Sánchez una y otra vez, que si verdaderamente el socialista trabajara para liderar España con ERC, con PdeCAT, o incluso con Bildu no le hubiera hecho falta convocar elecciones. Y aunque todos los españoles lo saben, el Jefe del Ejecutivo socialista tuvo que recordar, una y otra vez, que se vió obligado a adelantar los comicios al ver "cómo la derecha y los independentistas le devolvieron los presupuestos más "sociales" de los últimos ocho años".
Pablo Iglesias mantuvo el tono sosegado del pasado lunes y en muchas ocasiones provocó la hilaridad al tomar un papel, demasiado impostado de "moderador del debate". Recordar a ese Pablo Iglesias del año 2016 rodeado con todo su equipo en una rueda de prensa pidiendo ministerios y organismos mientras Sánchez conversaba con el Rey y ver al líder del partido morado de este martes es ver con nitidez el largo camino que ha recorrido el candidato de Podemos. En todo momento se notaba una posición de lelatad y se presentó como un fiel aliado de Pedro Sánchez. Evidenbtemente la idea de aquel lamentable "sorpasso a los socialistas´ ya no estaba en su cabeza y se presentó como un político cabal que lanza con naturalidad propuestas muy sensatas y nada radicales. Durante toda la noche, Iglesias le echó una mano a Sánchez y consiguió despejarle balones fuera.
En un ambiente cada vez más incómodo para Rivera, más neutro para Casado, y muy cómodo para el socialista Sánchez, pudo colocar los mensajes de la ultraderecha de Vox, en la casilla de las dos derechas dispuestas a negociar con el diablo para llegar al poder. Abascal tuvo la suerte de que le prohibieran debatir, pero fue una y otra vez nombrada por Pedro Sánchez para decirle a los españoles que Casado y Rivera ya esperan con los brazos abiertos a la extrema derecha para hacerles en hueco entre sus filas de escaños en el Congreso de los Diputados. En los próximos cuatro años tendremos que escuchar barbaridades que hacía mucho que no se oían en España.
Si el domingo pasado, Pedro Sánchez era el gran favorito para revalidar su Gobierno, este miércoles y tras los debates televisivos que se le presentaban como una emboscada de la derecha, reaparece con la sensación propia y de los suyos, de haber ganado el debate. Ajeno a las encuestas que los medios hacen y que en cada uno gana su político afín, como cabe esperar, Sánchez reanuda los tres días que quedan de campaña y pone rumbo nuevamente a La Moncloa. Lo que queda por dilucidar es la contundencia con la que ganará el PSOE las elecciones. Si, como parece, lo hace con holgura y no tiene que depender de partidos nacionalistas, España se encamina a un periodo de cuatro liderado por Pedro Sánchez.