Según la Organización Mundial de la salud (OMS), cada año se suicidan en el mundo alrededor de un millón de personas, una persona cada 40 segundos. En España es la primera causa de muerte por factores externos, con una tasa de 6,5 por cada 100.000 habitantes. La tasa europea es aproximadamente del 13,9 por 100.000 al año.
Este miércoles 27 de marzo la ministra de Sanidad, Consumo y Bienestar Social, María Luisa Carcedo, ha asistido a la inauguración de ‘Una realidad silenciada’, la jornada sobre prevención del suicidio organizada por la Confederación Salud Mental España, en Madrid.
Durante la inauguración, Carcedo ha defendido que hablar del suicidio “no aumenta el riesgo de conductas de este tipo”, afirmando que el suicidio se puede prevenir si se desmontan los mitos que lo rodean, como que “no solo se quitan la vida personas con trastornos mentales, o que la persona cuando se suicida quiere acabar con su propia existencia”.
Debido a ello, la ministra ha explicado que la Estrategia Nacional de Salud Mental tiene como objetivos fundamentales sensibilizar e informar a la población, combatiendo estereotipos, ofreciendo testimonios en primera persona y visibilizando y dando apoyo institucional.
También se contempla en dicha estrategia la detección precoz del riesgo de suicidio, mediante la consolidación del Código de Riesgo de Suicidio, en el que la persona identificada con riesgo grave de suicidio o tentativa sea atendida en un muy breve lapso de tiempo. En este punto, los profesionales de salud mental, los equipos de atención primaria y los servicios de urgencias desempeñan un papel fundamental. Por ello, la ministra ha defendido los planes de formación y cursos homologados para los profesionales y agentes que intervienen en el proceso.
Carcedo también ha querido prestar atención a las personas cuidadoras, familiares y allegados, supervivientes de personas que han fallecido por un suicidio. Ha destacado que cada suicidio afecta, al menos, a otras seis personas, sufriendo consecuencias trágicas y traumáticas. Estas recibirían también una atención personalizada con el fin de “disminuir el impacto del trauma, reducir el estigma y facilitar la búsqueda de apoyo".