"Encantado de haberse conocido". La expresión se utiliza en sentido peyorativo para destacar la presunción o la soberbia de aquel a quien se quiere denostar. En algunos casos describe bien a una persona engreída, fatua, pero en todos los casos revela una comprensión errónea de su significado. Literalmente, la expresión indica que el sujeto se alegra de haber nacido, y no puede haber una emoción más positiva. En un plano más profundo, habla de una persona que ha ido forjando su carácter a base de esfuerzos conscientes por superar todos los escollos que la existencia opone, hasta llegar al momento feliz en que, haciendo balance, descubre motivos suficientes para estar encantado de conocerse. Tal vez porque estoy encantada de haberme conocido y de haber llegado hasta donde estoy, la expresión, utilizada como vilipendio, me produce rechazo. En primer lugar porque alude, por oposición, a la modestia, virtud social emparentada con la hipocresía. En segundo lugar, porque suele ser signo de uno de los trastornos más perniciosos que puede afectar a un ser humano; la envidia.
Ayer tuve que soportar, y soporté con muy poco estoicismo, dos comentarios en televisión del libro Manual de resistencia de Pedro Sánchez. De ese auténtico manual de 309 páginas, uno de los comentaristas solo extrajo la conclusión de que el libro iba de un ególatra encantado de haberse conocido. El otro redujo su comentario a una sola palabra. El libro, dijo, era una mamarrachada. Caí presa de la angustia existencial que me provoca una pregunta que tortura mi mente con insoportable frecuencia. ¿Cómo es posible que una persona con nombre y figura conocidos y con voz pública exhiba en los medios, sin ningún reparo, su imbecilidad?
Hoy tenía el libro cerrado encima de la mesa del restaurante donde como todos los días. Pasó un amigo, vio la portada y con una sonrisa de sorna me preguntó quién había escrito ese libro. Por buena educación y por pocas ganas de discutir, contesté que Pedro Sánchez. Mi amigo soltó una carcajada. Le pregunté si lo había leído, y no, no sabía ni de qué iba. ¿Cómo sabía que Pedro Sánchez no lo había escrito?, volví a preguntar. La sonrisa se le suavizó. Recordó tal vez que un independentista no debe discutir con una socialista si no quiere estropear la ocasión, y siguió su camino. Yo me quedé con mi pregunta. Dice Sánchez en el prólogo que Irene Lozano, "escritora, pensadora, política y amiga" dio forma literaria a las grabaciones que contenían largas horas de conversación entre los dos. No sé cuántos libros de memorias de políticos habré leído, la mayoría escritos por periodistas que redactaron conversaciones grabadas; muchos. Nunca se me ocurrió que el asunto fuera gracioso. Por eso me quedé perpleja cuando Alfonso Guerra, en la presentación de su propio libro hace unos días, enfatizo con ironía que ese libro lo había escrito él, y todos interpretaron alegremente que le había lanzado una puya a Pedro Sánchez. ¿Por qué? Me cuesta creer que Guerra no sepa que en Estados Unidos, por ejemplo, es habitual que un escritor le escriba la autobiografía a un personaje que no se dedica a escribir. Es autobiografía porque está escrita en primera persona sobre el relato del biografiado; el escritor se limita a ordenar y redactar. Lo de Guerra me sonó a gracieta de abuelo Cebolleta introductoria a sus andanzas y no le di importancia alguna. Lo que sí me parece importante es la tirria que despierta Pedro Sánchez en adversarios políticos, en la prensa y hasta en algunos compañeros de partido. Sánchez lo sabe y procura explicar el fenómeno en su libro.
Manual de resistencia es un relato de "la peripecia vital y política" de Pedro Sánchez, pero es mucho más. Como explica en el prólogo, las peripecias vividas le han producido "una profunda empatía" y la capacidad de identificarse "con millones de españoles que durante la crisis cayeron y se volvieron a levantar". Esa empatía, esa identificación, unida a unos sólidos valores humanos conforman el pensamiento socialista de Pedro Sánchez y dirigen su acción política.
De eso va el manual, de las convicciones que inspiran al socialismo, de cómo esas convicciones se traducen en actos consecuentes cuando dirigen la conducta de un líder honesto, de cómo responden los ciudadanos anónimos cuando se sienten invitados a participar en la construcción de la sociedad que quieren para sí y para sus hijos. El libro de Sánchez es un manual de resistencia, sí, pero de resistencia activa. Con un lenguaje llano, sin pretensión alguna, y un estilo fluido y ameno, nos relata unos años turbulentos en la vida de un hombre que no está dispuesto a rendirse y cómo se lo monta para salir del vendaval sano y salvo. Por eso el libro es también un manual de esperanza, de cómo utilizar la esperanza como activadora de todas las facultades y energías para trabajar sin descanso por el futuro que se quiere y se espera.
Si alguien no sabe de qué va el Manual y qué pretende es porque no ha leído el libro o porque su mollera carece de luces suficientes para entenderlo. Lo que podría abrir otra pregunta. ¿Por qué es necesario leer y entender ese libro? La situación política en España ha virado al marrón oscuro y aún puede oscurecerse más. Se ha alimentado de corrupción y de mentiras durante tanto tiempo que corremos el peligro de acostumbrarnos a que nos mientan y a tragarnos las mentiras porque no hay otra cosa y a dejar hacer a los mentirosos porque son los que mandan y no hay remedio. El Manual de resistencia nos dice que sí hay remedio, en qué consiste y qué podemos hacer para lograrlo. Es necesario leerlo y entenderlo si no queremos que la marea negra nos cubra y nos ahogue la esperanza y las fuerzas para seguir avanzando; si no queremos que la marea negra nos arrastre a un lugar del que nos resulte imposible volver.