La llegada al Gobierno de Pedro Sánchez hace siete meses cambió por completo el panorama político español. El PSOE hasta entonces vivía unas tiempos convulsos incapaz de reducir la distancia con el PP de Mariano Rajoy ni de alejar el peligro real de que Ciudadanos o Podemos le relegaran a la tercera posición. Pero su llegada a La Moncloa le convirtió en la formación preferida por la mayoría de los electores. Ahora mismo, se le atribuye una estimación de voto en torno al 24%, según la media de varias de las encuestas publicadas en los últimos meses del 2018. Esto le convierte en el gran favorito para ganar unas hipotéticas elecciones generales que podrían celebrarse a lo largo de este año.
Por su parte, el Partido Popular ha vivido el 2018 como un "annus horribilis". La primera sentencia de la trama Gürtel que señaló al partido como beneficiario a título lucrativo de la red de corrupción condujo a Pedro Sánchez a la presentación de una moción de censura que casi nadie pensaba que fructificaría, pero fructificó. Fue el final del gobierno de Mariano Rajoy y de su carrera política. La pérdida del poder forzó al partido conservador a convocar un Congreso Nacional para elegir a un nuevo líder. Pablo Casado derrotó a Soraya Sáenz de Santamaría y demasiado pronto apareció como el heredero de las políticas ultraconservadoras de su mentor y "padrino" José María Aznar.
En el proceso, el PP perdió la cómoda ventaja que le otorgaban las encuestas, y cayó en picado. En la mayoría de las encuestas se hunde, si bien algunas de ellas , encargada por empresas demoscópitas afines a la prensa más radical de derechas, le dan un promedio más benevolente, pero sigue apareciendo como la segunda formación en intención de voto, a bastante diferencia del Psoe, que es la primera. La media de los estudios demográficos le dan un 21% de los votos, algo por encima de Ciudadanos que ahora acecha a la formación de Casado.
Sin embargo, las elecciones andaluzas del pasado 2 de diciembre aunque el PP se hundió practicamente hasta los 26 escaños, la aparición de la ultra derecha y la posibilidad de hacer un tripartito, ha venido a dar algo de aire al PP. A pesar de la brutal caída en apoyos y en diputados, el resultado de los comicios le dan la posibilidad de relevar por primera vez al PSOE al frente de la Junta de Andalucía. Para ello ha llegado a un acuerdo de gobierno con Ciudadanos y pretende contar sin complejos con el apoyo de Vox, el nuevo partido de extrema derecha que ha entrado con fuerza al conseguir 12 diputados. Si bien el líder de Voz, Santiago Abascal aún no ha dicho la última palabra, ya que sólo dará su apoyo si se adoptan algunas de las medidas de su programa, machista, xenófobo, anti comunidades autónomas, y antieuropeista, entre otras lindezas retrógradas.
Ciudadanos sigue su camino constante pero sin pausa. Con cada proceso electoral que pasa, la formación liderada por Albert Rivera suma más apoyos. Comienza este 2019 consolidando su tercera posición entre los grandes partidos, la media de las encuestas le dan un 20% de apoyo, a tan solo un 1% de su gran contrincante por controlar la derecha española, el PP. Además, puede inaugurar el año con la entrada en el Gobierno andaluz lo que sería su estreno de verdad en una institución pública (desde 2015 gobierna en algunos ayuntamientos). Pero para lograrlo debe superar un escollo no menor.
Su acuerdo programático con el PP necesita de Vox para hacerse realidad y los de Rivera no quieren ni de lejos que se les vincule con el partido de extrema derecha de Abascal. Precisamente la semana pasada, el flamante fichaje de Ciudadanos para la alcaldía de Barcelona, Manuel Valls, anunciaba que era mejor perder el gobierno que aceptar el apoyo de un partido como Vox. Por eso, el líder del partido naranja en Andalucía, Juan Marin, debe hacer juegos malabares para aceptar los votos de Vox sin parecer que lo aceptan.
El cuarto partido en liza, Podemos, lleva unos años en los que ve como su amplio apoyo va perdiéndose por el camino. Ahora las encuestas le sitúan con el 16% de los votos en una cuarta posición bastante alejado de sus tres contrincantes. Entre las batallas internas y los errores de su líder, Pablo Iglesias, como el ya famoso chalet de la sierra, han hecho que la formación morada haya perdido gran parte de sus posibilidades de llegar al poder. No hay que olvidar que no hace mucho llego a aparecer en los estudios demoscópicos como el partido preferido de los votantes, lo que viene a refrendar lo volátiles y poco fiables que en el último año son las encuestas demoscópicas. Tampoco hace mucho cuando se daba por seguro su "sorpasso" al PSOE. Pero las elecciones andaluzas han supuesto la prueba definitiva que demuestra que el partido sigue perdiendo la frescura y la fuerza con la que se estrenó en el panorama político español.
Si la moción de censura lo cambió todo, ahora la aparición de Vox vuelve a reconfigurar el panorama político. Su irrupción en las elecciones andaluzas con 12 diputados ha puesto en alerta a todos, excepto al PP que aplaude la llegada de la extrema derecha. No les importa blanquear a una formación a la que catalogan simplemente como de "derechas". Pero lo cierto es que Vox ha llegado con un programa electoral, resumido en 100 medidas, que recoge lo peor de las formaciones nacionalistas, conservadoras y ultra radicales y antieuropeas del continente.
El partido de Santiago Abascal (ex del PP) aboga por endurecer la política inmigratoria española hasta hacerla parecer a la estadounidense de Donald Trump; también quiere liquidar las leyes contra la violencia de género, recentralizar el Estado, terminar con las Autonomías o acabar con el espacio Schengen, etc. Su ideología y sus propuestas solo se pueden catalogar como de extrema derecha y así lo ratifican historiadores y politólogos.
Con estos números, el PSOE podría sufrir a nivel nacional lo que está padeciendo en el territorio andaluz, que gane las elecciones pero que se redite el tripartito ultra y esto solo le sirva para liderar la oposición. Partido Popular, Ciudadanos y Vox podrían recabar el 50% de los apoyos en unas elecciones generales lo que les daría una cómoda mayoría. Aunque en política, y sobre todo estos últimos años, no se puede ya dar nada por sentado, ya que los sociólogos insisten en que muchos votantes deciden su voto camino de las urnas. Ciudadanos advierte que lo que está ocurriendo en Andalucía es difícil que se extrapole a otras regiones. Y abogan por llegar a acuerdos con los partidos constitucionalistas, es decir, PP y PSOE, dejando aislados tanto a Podemos a quién tildan de extrema izquierda; y a Vox justo en el lado contrario.
Aunque también hay que tener en cuenta en esta ecuación electoral a los partidos nacionalistas e independentistas. PNV, PdCAT o ERC también tendrían mucho que decir si siguen manteniendo sus apoyos intactos. De hecho, sus votos hicieron posible que prosperase la moción de censura. Pedro Sánchez trabaja para devolver a los ahora independentistas catalanes a lo que siempre fueron, nacionalistas, pero respetuosos con la Constitución y sin enarbolar la imposible vía de la independencia.
La gran incógnita andaluza
Las primeras semanas de 2019 deben servir para
despejar la gran incógnita política del momento. El programa político acordado por
Partido Popular y Ciudadanos en Andalucía, probablemente, suponga la caída del gobierno socialista en aquella Comunidad Autónoma. Pero
Vox tiene la llave de todo. Y no está todo hecho. Vox advierte cada vez con mayor volumen que
no dará el voto de sus 12 parlamentarios sin nada a cambio. Con la mesa del Parlamento Andaluz ya conquistada (PP, Ciudadanos y Vox tienen 5 de sus siete puestos) ahora las negociaciones se centran en la Junta de Andalucía. Mucho deberá trabajar Juanma Moreno para llegar al Palacio de San Telmo.
Estos días, medio festivos, han servido para corroborar que
Vox pondrá un alto precio a su apoyo. De momento ya ha expresado que las 90 medidas firmadas entre PP y Ciudadanos deben ser negociadas punto por punto con ellos y que hay muchas que de ninguna manera aceptarán, como la defensa del Estado Autonómico o de los colectivos LGTBI.
Su penúltima advertencia la hacía
Francisco Serrano, líder de la ultraderecha andaluza, el último día del 2018. Ya han pedido que el vuelco político en la región debe
acabar con lo que ellos considera "
el chiringuito de la ideología de género". Fervientes enemigos del movimiento feminista y de la lucha por la igualdad quieren acabar con las leyes de protección a las mujeres contra la violencia de género. De hecho niegan que este tipo de violencia exista. Como mucho admiten que están en contra de cualquier maltrato o violencia, pero no reconocen que sea un problema que afecte exclusivamente a las mujeres.
El PP y Ciudadanos deberán resolver este enrevesado problema. Deben conceder a Vox su protagonismo, pero a la vez deben aparentar que no se lo han dado.
Por eso no es descartable nada en esta negociación. De hecho, Vox amenaza con presentar a su propio candidato si no llegan a un acuerdo con
PP y Ciudadanos. Así han pasado de manifestar que no serían "un obstáculo para el cambio en Andalucía" a endurecer su discurso declarando que "no asumiremos lo que han acordado otros".