El panorama político en España lleva bastante tiempo revuelto, por decirlo de una forma suave, y mas después de la irrupción en las instituciones andaluzas de un partido de ultraderecha, que no cree en el Estado de las Autonomías y que pretende desestabilizar la democracia desde dentro de las propias instituciones, en las que no cree.
En el 2015 otro partido político, Podemos, nació para combatir a los partidos tradicionales y reinventar la democracia. Acabar con el sistema desde dentro del propio sistema.
Ambos compartían también llegar al espacio político en un momento de desencanto de la ciudadanía. El movimiento 15 M hizo asumir a los partidos tradicionales una realidad que 4 años después se ha vuelto en contra del propio partido nacido de ese movimiento y que hoy da alas a una ultraderecha lanzada a por el voto del enfado, del desencanto y del abandono de las instituciones a las necesidades de las personas más vulnerables.
No ayuda la situación creada en España tras el referéndum ilegal del 1-O , ni los posicionamientos del PP o Cs que parecen sentirse cómodos en una situación de quiebra de la convivencia en Cataluña, sabedores de que ese discurso duro y ultranacionalista les da apoyos en otros territorios.
Cs que fue ganador en votos en las últimas elecciones catalanas, ni siquiera intentó formar gobierno con las llamadas fuerzas políticas constitucionalistas y sin embargo se apresura ahora, siendo terceros en Andalucía a exigir presidir la Junta.
La derecha tiene la mal sana costumbre de incendiar el bosque para luego convencer al resto de que la ley y el orden sólo vendrá de sus manos y en ello están ahora mismo. Andalucía es su banco de pruebas en el que han competido por ver quien tenía el mensaje mas duro y excluyente y donde se han vuelto a utilizar los sentimientos patrios para arrastrar votos.
Es curioso que esos mismos sentimientos, envueltos en la senyera, sean los que han impulsado a los independentistas hacia un callejón sin salida.
En resumen: un nacionalismo y otro han usado los sentimientos mas nobles y la situación de debilidad de parte de la sociedad para lanzar los mismos mensajes de odio, rabia, separatismo y exclusión.
Pero ¿Cómo hemos llegado a esto? Una sociedad como la española que ha sido capaz de convivir en paz durante 40 años dejando atrás un periodo oscuro y dictatorial. Un país capaz de ser impulsor de leyes que nos han colocado en la vanguardia de los derechos civiles en el mundo entero. Una nación rica en diversidad cultural y social donde cualquiera puede sentirse reconocido y enriquecido… ¿de la noche a la mañana se convierte en una sociedad ultraconservadora?
Es evidente que España es un país conservador sólo así se explica que, por ejemplo, la Iglesia tenga aún tanto predicamento en la sociedad, pero también es cierto que esta misma ciudadanía ha sabido reconocer y sumarse a las políticas progresistas y socialdemócratas cuando han encontrado en ellas la solución a sus problemas e inquietudes cotidianas. Así que probablemente lo que esté ocurriendo es que no estamos siendo capaces de encontrar la solución a ese desencanto y los votantes cada día se alejan un poco mas de la política; especialmente los votantes de izquierdas mas exigentes con la aplicación de su voto. En la derecha aún existe “el toque de corneta” al que acuden todos para evitar el avance de la izquierda. Cosas del pasado, que aún siguen inoculadas en la mentalidad de muchos y muchas, producto de tantos años de adoctrinamiento y que demuestran hasta que punto las heridas aún no están cerradas del todo.
Como decía al principio a pesar de lo que supuso el movimiento del 15 M para la política haciendo que los partidos mayoritarios fueran conscientes de la atalaya en la que se habían instalado desde la práctica del poder, parece que no han sido suficientes los cambios que se han producido en ese sentido. Mas allá de cierta transparencia en el ejercicio de lo público, de que se hayan creado espacios de participación ciudadana, que ya existían por cierto desde mucho tiempo antes aunque no se llamasen círculos sino asambleas, o haya desaparecido el bipartidismo para tener un parlamento mas representativo, pocas cosas más parecen haber cambiado a tenor de los resultados electorales de Andalucía y que hemos de tener en cuenta para el futuro más próximo.
Es evidente que algunos partidos se empeñan en hacer políticas cortoplacistas mientras la gente en la calle nos pide altura de miras, pactos sociales, dialogo, firmeza y convicción en lo que hacemos. Pero sobre todo nos pide que les miremos a los ojos y entendamos sus necesidades, que nos empapemos de realidad y compartamos sus espacios en el día a día para conocer mejor sus demandas. En definitiva nos están pidiendo que “pateemos la calle” todo el tiempo no sólo en campaña electoral. Que abandonemos los despachos y cojamos el metro o el bus, que tomemos un café en la barra de cualquier bar y oigamos , sintamos como propio, el sufrimiento del que no tiene para llegar a fin de mes, al que le han embargado su vivienda, al profesional autónomo que lucha como un jabato para pagar el alquiler de su oficina y teme por la caída de un cliente o ponerse enfermo porque entonces no podrá hacer frente a las cuotas de la seguridad social o a los pagos de Hacienda.
En el PSOE hemos hecho una reflexión sobre todas estas cuestiones desde hace ya algunos años. Diría que tuvimos nuestro propio 15M y que ese proceso dio lugar a un liderazgo, el de Pedro Sánchez y su equipo, sólido , sensato y solvente que está ahora a disposición del conjunto de la ciudadanía a través del Gobierno de España. Sin embargo tenemos que ser capaces de transmitirlo y explicar bien en que consiste cada uno de los pasos que damos para resolver la situación en Cataluña, para devolver las pensiones a nuestros mayores, para mejorar la vida de los profesionales autónomos o las políticas de empleo que estamos poniendo en marcha para los mayores, jóvenes o parados de larga duración. O como va a influir en la clase trabajadora que haya aumentado el SMI o que el Pacto de Estado contra la violencia de género se haya reactivado para proteger a las mujeres victimas de las violencias machistas, así como tantas necesarias medidas sociales, que llegarán tras la aprobación de los PGE para 2019.
Hay mucho trabajo por hacer. Tenemos que elaborar un nuevo contrato social europeo para recuperar la confianza de los ciudadanos y las ciudadanas sólo así podremos arrinconar a la extrema derecha y parar esa “tormenta perfecta” que nos preparan fascistas, independentistas y todo tipo de intolerantes.