Maria Dolores de Cospedal ha sido, como digo, casi todo a todos los niveles. Ha pasado por la secretaría general del Partido Popular, ha sido Consejera de Transportes en la Comunidad de Madrid, Presidenta de Castilla La Mancha y, por supuesto, ha sido Ministra de Defensa en el último Gobierno de Mariano Rajoy. Con estos avales, ser la líder popular española en la Eurocámara no le debería haber sido difícil. Más aún si sumamos que los compromisarios a los que ella encabezaba fueron decisivos en el último congreso popular y sirvieron para que Pablo Casado venciese en el cónclave. Todo ello, no está de más recordarlo, dando la vuelta al voto de la militancia popular que había dado la victoria a Soraya Sáenz de Santamaría.
SIn embargo, acaban de salir a la luz las grabaciones de sus reuniones con el ex comisario José Manuel Villarejo, actualmente en la cárcel en el marco de la Operación Tándem. En ellas, Cospedal y su marido, Ignacio López del Hierro, encargan al policía “trabajillos” tales como dossieres sobre rivales políticos o la filtración de información sobre los casos de corrupción que en aquel momento tenía en curso el Partido Popular.
Estas grabaciones son sin duda una mala noticia para la democracia española. Por donde lo miren. Desde la perspectiva de un policía, a quien corresponde el uso legítimo de la violencia, que se corrompe para ganar dinero utilizando la información privilegiada de la que dispone por su cargo. Pero también desde la perspectiva de la número 2 del entonces principal partido de la oposición en España, quien luego sería presidenta regional y Ministra, instando a corromperse (aún más si quieren) a un servidor público a cambio de dinero. España es una democracia fuerte, pero debería soltar algunos lastres para serlo más. Porque democracia también son formas, no solo resultados. Por eso será bueno que al PP europeo lo encabece alguien limpio, a ser posible que suponga algo de renovación y apertura de ideas. Será bueno para España tener la opción de que quien pueda ostentar un sillón en la Comisión Europea, al menos, no tenga sombra de duda.
Imaginen ahora ser Pablo Casado. Están pensando en hacer unas listas electorales para las que no tienen todavía cabeza de cartel para Europa ni para la ciudad de Madrid. Su principal favorita, por currículum y por su trabajo en favor de su candidatura, ya no puede ocupar ninguno de esos dos cargos. Sinceramente, estos no son sus días más felices al frente del PP. Y volviendo a Cospedal, ¿no es paradójico que al final acabe su carrera política por unas grabaciones “en diferido”? Una pena para ella que no fuesen también “en forma de simulación”.