Allá por el siglo XX Samuel Beckett, escritor irlandés, premio Nobel de literatura, desarrolló una pequeña obra de teatro denominada “Esperando a Godot”. Los dos personajes principales de la obra Vladimir y Estragón, vagabundos, permanecen a la espera, junto a un camino, de la llegada de un tal Godot. Un muchacho hace llegar el mensaje de que Godot no vendrá hoy, "pero mañana seguro que sí".
En Madrid desde hace más de veinte años, allá por el siglo XX, tras el fructífero mandato de Enrique Tierno, el Partido Socialista inicia la presentación de sus candidatos a las elecciones municipales con el mismo resultado que la espera del Sr. Godot, es decir, sin alcanzar la confianza de los madrileños para gobernar. Los candidatos fueron muy diversos, un ex alcalde, un ministro de prestigio internacional, una ministra mediática, un ministro cualificado en economía, un militante muy televisivo, pero el mismo resultado. Para ninguno llega el Sr. Godot.
¿Cuál es el rasgo común de todos los candidatos? Todos eran muy conocidos, de preparación contrastada, con un buen programa de progreso, pero sin un proyecto claro, ilusionante y de futuro para Madrid.
Craso error, no se consideró una cuestión primaria en las relaciones entre ciudadanos y políticos que puede definirse como “cuanta más diferencia se produce entre lo esperado por los ciudadanos y lo que ofrecen las organizaciones políticas más alejamiento se producirá en las urnas”.
Todo parece señalar, salvo error de apreciación, que a pesar de los innumerables avances y descubrimientos que se han producido en los últimos años en las comunicaciones, las ciencias, la medicina, el mundo digital, la gestión de las organizaciones, las ciudades, los movimientos migratorios, las demandas y las expectativas de los ciudadanos entre otros muchos campos, los socialistas de Madrid volveremos a apostar por nuestros candidatos, empujados o de libre presentación, a la vieja usanza, es decir menospreciando la presentación y definición de un modelo de ciudad de futuro, ilusionante, muy diferente de lo que supone un programa electoral.
Todo indica, que, sin cambio en la forma de llevar la campaña, de elegir a los candidatos, sin proyecto de ciudad para Madrid, aquel muchacho de la obra de Beckett volverá a decirnos a los socialistas de Madrid que esta vez tampoco vendrá el Sr. Godot.