Pablo Iglesias no ha sido nunca un tipo preocupado por la corrección política. No le duelen prendas hacer una metáfora en televisión sobre una invitación a gin tonics o sobre "asaltar el cielo" refiriéndose al Congreso.

Por eso, la ronda de visitas y llamadas que ha venido realizando a Oriol Junqueras en la cárcel de Lledoners, la conversación con Carles Puigdemont y la cita en la Lehendakaritza con Íñigo Urkullu confirma ese perfil. Hablar de Presupuestos Generales del Estado en una cárcel es algo bastante políticamente incorrecto, pero conociendo a Iglesias no debe extrañar tanto. Tampoco ha tenido empacho a la hora de calificar a Junqueras como "preso político", en lugar de seguir la línea oficial de "político preso" o a Puigdemont de "exiliado" en lugar de "fugado de la justicia española", como defienden las tesis gubernamentales. La última visita de la gira, a la Lehendakaritza para hablar con Íñigo Urkullu, es más normal entre dirigentes políticos en plena negociación de algo tan fundamental como el destino del dinero público el año próximo.

No obstante, no es tan habitual que esta serie de encuentros la lleve a cabo alguien que no pertenece al Gobierno del que saldrá el proyecto de Presupuestos, sino a la teóricamente oposición parlamentaria. Pero bastantes moldes se están rompiendo ya en la política española en los últimos tiempos como para sorprendernos mucho por esto. Pablo Iglesias ligó el futuro de su formación y quizá el suyo como líder al éxito del Gobierno de Pedro Sánchez tras la moción de censura. Por eso, aunque no está muy claro en calidad de qué va a estas negociaciones se juega mucho en ellas. Ya sea como enviado del Gobierno, como delegado del propio Pedro Sánchez o como líder de Podemos.

Esta estrategia de acercamiento al PSOE se encamina más a las tesis errejonistas, derrotadas en Vistalegre 2, lo que seguramente también habrá sentado mal en algunos sectores de la formación morada. Sin embargo, Pablo Iglesias siempre podrá anteponer a sus bases el bien superior de evitar la vuelta de la derecha al Gobierno.

Por ahora no está claro que estas reuniones hayan tenido el éxito esperado y por ahora PDeCAT y ERC se niegan a negociar siquiera los presupuestos. Los portavoces de ERC, Joan Tardá, y PDeCAT, Carles Campuzano afirman esta mañana que no se dan las condiciones de confianza política para ello. Con el PNV a priori parece más fácil. Su portavoz Aitor Esteban ha reiterado que basta con que el Gobierno actual respete y ejecute lo pactado con el anterior. Pero las conversaciones no han hecho más que empezar, todo está por escribir aun.