Reza este escrito como la mera opinión de un mortal ante el nuevo fenómeno religioso incipiente: la religión queer. Su dogma parte del negacionismo de la realidad material de los seres humanos y de la sustitución de las sociedades racionales basadas en la ciencia, al irracional mundo de los sentimientos. Todo ello bajo la trampa neoliberal del individualismo identitario por encima de todo.