El pasado martes el satélite desarrollado en los últimos 13 años por científicos españoles para la Agencia Espacial Europea se estrelló en un punto deshabitado del Ártico tras un fallo en el cohete Vega que lo transportaba. El objetivo del satélite era volar durante 122 minutos en el cohete hasta alcanzar una altura de 670 km, cuando se separaría de Vega comenzaría a orbitar. El lanzamiento fue bien hasta pasados ocho minutos, cuando se detectó un desvío en la trayectoria marcada y el cohete “perdió el control”. Poco después el satélite español junto a otro francés, el Taranis, volvieron a caer a la Tierra. Este era el programa espacial más ambicioso de España con un presupuesto financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación de 200 millones de euros. Su objetivo era capturar imágenes que permitieran observar el desarrollo urbanístico, el uso del suelo, o avisar de emergencias como incendios forestales. Investigaciones preliminares han detectado que el fallo se debería a un error en la colocación de unos cables que habrían afectado los motores del cohete, y no un fallo en su diseño, por lo que se atribuye a “errores humanos”. La responsabilidad recae en la compañía Arianespace, la encargada del lanzamiento, que ya ha pedido disculpas por el error.