La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso está resultando incontenible en cuanto a propaganda y banalización sobre la peor catástrofe sanitaria que vive España, Europa y el drama que vive el mundo entero. Sus ansias de figurar, sus poses de starlet, ni siquiera le impiden saltarse las normas de seguridad exigidas por Real Decreto Ley a todos los españoles con tanto sacrificio, como así lo ha demostrado en el multitudinario jolgorio que ha organizado, este 1 de Mayo, en el IFEMA. Ha pasado de posar con los féretros en el Palacio de Hielo, de llorar con falsas lágrimas negras y negar los aplausos y las alegrías en los hospitales cada vez que daban un alta, a ponerse al frente de una multitud, convocada por ella misma, bien juntitos, todo su séquito e invitados, y hasta ponerse detrás de la barra de un food-truck a repartir bocatas a mano limpia (es decir mucha gente sin guantes). A ello le precede la queja permanente hacia todo lo que hace el Gobierno. Todo está mal. Ayuso no matiza. ¿Qué está mal?. Todo. Se lo pone fácil a si misma. "No a todo", que diría la "inclita" Teresa Saíz, la transfuga ignorante del Tamayazo cuando le preguntaban sobre su huida de la Asamblea para robarle la presidencia a Simancas: "A todo no". Y de la misma manera, la insustancial Ayuso, la que le llevaba el perrito a Aguirre, acusa a Sánchez de una cosa y la contraria. Se queja de que Sánchez no se reune con los presidentes, de que no les informa, pero es ella misma la que se escapa de las teleconferencias con todos los presidentes autonómicos porque tiene hora con los fotógrafos, bien para un posado en la misa de la Almudena, preparada con el ritmel corrido por las lágrimas de actriz de quinta, o bien porque llega tarde tras el posado con el avión. Este dos de Mayo, día de la Comunidad de Madrid, no extrañaría a nadie que se auto impusiera la medalla de Oro. ¿A qué señora Presidenta, al estado en el que mantenía su gobierno la inspección y gestión de las Residencias de Mayores?.