Una actitud de “Patriotismo Cívico” conllevaría un modelo de pacto ciudadano, entre conciencias responsables, en favor de colaborar en la defensa de la salud y el bienestar del conjunto de la comunidad. No olvidemos que vivimos una situación de emergencia sanitaria con alto riesgo de colapso de los servicios de asistencia hospitalaria.
A buen seguro, la fuerza de ese compromiso cívico en la opinión pública dificultará el individualismo egoísta, lo mismo que puede disuadir a otras personas de actuar de modo irresponsable. Todo ello en una situación excepcional de tragedia humana y de daño económico a nuestro país que requiere unidad de acción para frenar la pandemia del coronavirus.
Unidad por encima de todo, para que las medidas excepcionales del Gobierno, en favor de la prevención y contención del contagio, resulten efectivas. No puede darse ningún juego partidista, ninguna descoordinación entre administraciones que pudiera dificultar la operatividad de las actuaciones y la eficacia de los recursos disponibles. Ni generar desánimo o confusión entre la población.
No puede darse ningún juego partidista, ninguna descoordinación entre administraciones que pudiera dificultar la operatividad de las actuaciones y la eficacia de los recursos disponibles. Ni generar desánimo o confusión entre la población.
Una pandemia se suma a la incertidumbre que preside la vida del planeta y obliga a reflexionar sobre cuáles son nuestros retos colectivos en el siglo de la globalización y qué debilidades arrastramos. El desafío exige aportar respuestas y un ejercicio de responsabilidad militante y colectiva, junto a una colaboración absoluta entre todas las administraciones.
También es el momento de sumar esfuerzos entre la ONU, la OMS y los laboratorios de investigación médica. En nuestro caso, la Comisión Europea, apoyada en el BCE, tiene que involucrarse y ejercer un liderazgo de solidaridad, cooperando en la aplicación de medidas sanitarias y acordando apoyo económico para los Estados afectados por el virus.