Con esta acción el presidente de la Generalitat ha intentado eludir la prohibición de la Junta Electoral que considera el lazo amarillo “un símbolo partidista que no puede ocupar la fachada de las instituciones durante el periodo electoral”. A la pancarta a favor de los presos, en una ventana anexa, le acompaña otra que dice: “libertad de expresión”.
Pese a que la prohibición entraba en vigor este martes por la tarde, no ha sido hasta esta mañana cuando Torra ha procedido a hacer el cambio exigido por la JEC, que ordenó, a petición de Ciudadanos, que todos los edificios de la Generalitat estuvieran libres de la simbología que el independentismo ha adoptado los últimos meses.
El Síndic de Greuges, es decir, el equivalente al Defensor del Pueblo en Cataluña, había recomendado al president retirar el lazo amarillo, algo que el propio Torra adelantó este miércoles que iba a llevar a cabo, aunque ya advirtió que actuaría “manteniendo la libertad de expresión”. La JEC deberá decidir ahora si Torra está cumpliendo con su requerimiento o si debe activar alguno de los escenarios previstos en caso de desobediencia.
Para ministro de Exteriores Josep Borrell, el presidente de la Generalitat ha “urdido una fábula” para justificarse y decir que retira los lazos porque se lo piden los suyos.
Por otra parte, la portavoz parlamentaria del PSC, Eva Granados, ha aplaudido la decisión del Síndic de Geuges, pero ha subrayado que Torra debería haber obedecido a la Junta Electoral desde el principio: “Estamos ante un Govern que no gobierna y que pide un informe a quien no tiene competencias para hacer lo que tendría que haber hecho desde un primer momento, que es garantizar un proceso electoral limpio, donde haya unas instituciones que sean neutrales”.